Narra
Samara.-¿A dónde me llevas?-pregunté por décima vez a Amón. Llevaba una media hora conduciendo a un rumbo desconocido para mí.
Él se limitó a ignorarme, como lo llevaba haciendo desde hace treinta minutos.
-Amón-le llamé, presionando mi dedo indice contra su mejilla-Aaaaaaaaamónnnn-sonreí satisfecha cuando suspiró con cansancio. Pero tal sonrisa desapareció cuando su mano se posó en mi muslo desnudo mandando corrientes eléctricas a todo mi cuerpo.
-¿Puedes quedarte quieta un segundo, bonita?-gruñó, malhumorado, como siempre.