30. Robo a medias

Narra

Samara.

-Se puede saber que estamos haciendo-susurré, agobiada.

Ambos hermanos me miraron mal y siguieron caminando en cuatro patas por el césped. Amón, Damon y yo, estábamos en el jardín de la mansión de Elijah, no preguntéis, yo tampoco sé muy bien la razón.

Horas antes.

Sonreí, mirando el resultado de mi dibujo, había quedado exactamente como quería. Cuatro golpes en la puerta hicieron que despegará la vista de mi obra maestra hacía ella. Amón se asomó, con una sonrisita. No sé que me sorprendió más, si su sonrisa,

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