Marco enciende la radio que se conecta por bluetooth a su celular. Elije la canción “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra y avanza confiado sin percatarse de que lo siguen. Al llegar a su casa, detiene el auto frente al portón de acceso y lo abre con un mando a distancia. El sujeto que le sigue se detiene unos metros más atrás y apaga las luces. El portón se abre, Marco estaciona el vehículo en el interior de la casa y presiona nuevamente el mando para cerrarlo. Toma su celular que está en el asiento de al lado, levanta un maletín del piso y abre la puerta del Audi para descender. Una pistola Taurus aparece frente a sus ojos. El médico queda congelado y levanta las manos.
—Llévate el auto. Las llaves están puestas —dice entrando en pánico.
—¡Baja ya! —ordena el sujeto con una mascarilla negra, que tiene estampada una sonrisa macabra que mue
Ignacio comienza a despertar. «Debo ver a Jessica».Intenta incorporarse, pero sus muñecas están amarradas a la cama.—Ahora eres mi prisionero —dice Jason. Ignacio levanta la cabeza.—Tú eres el del helicóptero. ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué soy tu prisionero?—Mi nombre es Jason y me enviaron a protegerte mientras te trasladamos a Estados Unidos. Un grupo terrorista con acceso a alta tecnología quiere matarte. Parece que les robaste muuucho dinero. Cómo fuiste tan… Cómo dicen en Chile, ¿huevón?—¿Llevarme a Estados Unidos? Yo no he robado nada… Y ellos no son terroristas. Es mucho peor. —Ignacio deja caer su cabeza en la almohada. Jason frunce el ceño.—¿Peor? ¿A qué te refieres?—No lo
Ignacio está de pie junto a Jessica tomándole una mano. Ella abre los ojos y lo mira.—¿Qué pasó? —pregunta Jessica con voz débil.«Casi nos mata un dron militar con un misil y ahora nos persiguen unos asesinos contratados por un grupo terrorista». Ignacio improvisa nuevamente:—Tuvimos un accidente. Pero estaremos bien —responde, intentando no quebrarse ni dar muchas explicaciones para no estresarla—. ¿Cómo te sientes?—Estupendo. Estoy inscrita en el Fondo Ncional de Salud —dice Jessica, levantando su dedo pulgar lentamente. Ignacio sonríe.—Logramos llegar al hospital… Como te lo prometí —bromea Ignacio.—No me enojaré si no cumples tu promesa la próxima vez. ¿Qué te pasó en el cuello? Tienes sangre —pregunta ella.—Es que… Se me abrió una herida que me hice en el accidente. No es nada. —Ignacio se toca el cuello y hace una mueca de dolor. Jessica presiona un botón junto a su mano. Una enfermera ingresa a la sala, seguida por Jason que entra sigilosamente. Hay dos hileras de camas
Jason camina con su arma en alto por el pasillo hacia el ascensor, seguido por Charly que va empujando a Jessica en una silla de ruedas, e Ignacio que camina con la ayuda de Tony, llevándolo sujeto por un costado, mirando de vez en cuando hacia la retaguardia para evitar sorpresas. Jason presiona el botón del ascensor y todos toman posición a los costados de la puerta. Tony deja a Ignacio apoyado en una pared, saca su arma y apunta en sentido contrario cubriendo las espaldas del grupo. El indicador de piso muestra el piso 2, luego el 3 y acercándose. Jason apunta el arma hacia la puerta esperando que se abra. Los soldados se ven concentrados, pero no tensos. El indicador muestra el piso 4 y la puerta se abre. El ascensor está vacío.—Tony, por la escalera —ordena Jason. Tony asiente y se mueve velozmente. Jason ayuda a Ignacio
El Black Hawk se mueve bruscamente con las ráfagas de viento. La lluvia dificulta la visión, pero los relámpagos permiten ver con cada resplandor, partes de una pequeña isla sobre la que están descendiendo.—¡Estamos aterrizando en medio de la nada! —grita Ignacio. Nadie responde. Carol, con lentes de visión nocturna, es la única que puede ver un grupo de luces que brillan en el espectro infrarrojo sobre una explanada. Con gran maestría maniobra el helicóptero hasta que toca tierra. Activa su micrófono y se comunica con el grupo en inglés.—Buenas noches a todos. Siendo las 4:28 de la madrugada, hemos llegado a nuestro destino. Hacen tres grados y tenemos algo de lluvia. Si usted tiene alguna queja, métasela por el culo. Gracias por viajar con nosotros.Ignacio se asoma por la ventanilla lateral. Dos hileras de pequeñas luces led naranja se enciende
—Señora presidenta. Uno de los líderes del grupo de los Liberadores, Daniel Trunk, ha hecho un llamado a la desobediencia civil en Florida. Los pocos miembros de la policía que quedan en la zona están colapsados. Hemos enviado a la Guardia Nacional para apoyarles, pero descubrimos que muchos de sus miembros son leales a Trunk y se han unido a sus filas —dice Harry Bennet.—¿Me dices que hemos perdido Miami? —pregunta la presidenta Castillo enfadada.—Estamos desplegando soldados del 75º Regimiento Ranger para recuperar el control, pero hay muchos civiles armados que no quieren aceptar las medidas de confinamiento y se han tomado la ciudad por la fuerza. Lo mismo está ocurriendo en varias ciudades del Este y el centro.Los altos mandos del gobierno de los Estados Unidos están reunidos en la sala de crisis de la Casa Blanca. La adrenalina flota en el aire. Todos parecen perdidos en sus laptop, alterados y sin respuestas, excepto Alexander Wood, secretario de defensa, que se mantiene con
Jessica acaba de despertar. Se siente desorientada. Mira a su alrededor buscando algo que le indique su ubicación, pero lo único que encuentra es una pantalla sobre su cabeza mostrando sus signos vitales. La habitación de cristal está completamente opaca. Busca algún timbre para llamar a alguien. Pero no hay ningún tipo de cable. Es todo muy limpio, silencioso y sin más elementos que la cama y la pantalla.—¿¡Hola?!Se levanta de la cama. El monitor cardíaco deja de funcionar al igual que el resto de las señales en la pantalla. Camina descalza hacia la puerta.—¿¡Hola?! —repite golpeando. No se escucha ningún sonido desde el exterior. Al no haber respuesta, da media vuelta y se sienta en la cama. Los signos vitales aparecen nuevamente en la pantalla. Jessica la observa sorprendida. En eso la puerta se abre.—¿Cómo estuvo la
Rustic Metaverse - La Era de la Ascensión “Hasta la más pequeña de las luces, se transforma en una guía en la más completa oscuridad.” J. E. Fourt "No es signo de buena salud, el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma" Jiddu Krishnamurti -----------------O----------------- "Cierra los ojos e inhala profundamente… Ahora exhala lentamente por la nariz", dice la voz femenina desde el celular. Ignacio entreabre los ojos y mira al mar. Las olas rompen con suavidad. El sol ya se oculta. Con su mano recoge algo de arena y la suelta: aún está tibia. "Inhala nuevamente y mantén el aire en tus pulmones por un instante". La playa está casi desierta. Una pareja camina de la mano a varios metros a su izquierda, y más lejos a su derecha; un pescador solitario que apenas se divisa a través de la bruma marina, recoge con su caña un anzuelo que retorna vacío. A sus 26 años, Ignacio aparenta ser más jove
El reloj del celular marca las 06:44 de la mañana sobre el velador. Un minuto después comienza a sonar una música suave que despierta a Ignacio. Con un ojo abierto busca a tientas el celular, hasta que lo encuentra: cancela la alarma y sigue durmiendo. Diez minutos más tarde la alarma vuelve a sonar. Estira el brazo y bota un vaso con agua desde el velador. —Mierda. —Levanta el celular y al ver la hora pega un salto de la cama. Dos horas más tarde ingresa a su trabajo caminando rápido, un poco agachado para que su cabeza quede por debajo de los paneles que separan los box, intentando ocultarse de su jefe. Pasa rápidamente por un laberinto de paneles hasta llegar a su espacio en donde se encuentra con alguien sentado en su silla. —Llegas cinco minutos tarde. Es la tercera vez este mes. Tendré que reportarte a la gerencia —dice su jefe, levantando su grueso cuerpo de la silla. —Es que… —No me interesan tus excusas, no es mi problema. Díselas al gerente de recursos humanos —concluye