Elena y Manuel se habían acercado primero al médico para informarse sobre el estado de Rosalía.
Rosalía tenía una herida en la frente por un golpe, raspaduras en los codos y el cuerpo, siendo lo más grave las fracturas en la columna vertebral y las piernas, por lo que tendría que permanecer ingresada para su recuperación.
Por suerte, la caída de la escalera mecánica no había sido muy alta y Rosalía no se había golpeado la cabeza, evitando así daños internos.
Cuando iban a entrar en la habitación, Elena vio venir hacia ellos a Julio.
Vestido de forma informal, con su porte erguido y elegante, en su habitualmente inexpresivo rostro parecía haber ahora un deje de abatimiento.
Manuel se adelantó unos pasos y le entregó a Julio un paquete preparado por sus subordinados.
—Julio, lamentamos mucho lo ocurrido esta noche. Los gastos médicos y de alimentación de tu madre correrán a cargo del centro comercial. Si tu madre necesita algo más, puedes hacérnoslo saber.
—No hay necesidad de exagerar.