Junto al cántico dulce de los pájaros, los ojos de Louise se abrieron adormilados. Confusos, parpadeando repetidas veces en busca de un salón vacío, lleno de polvo y un picor en la nariz. Pero al tantear bajo sus manos, y sentir la suave sábana cubrirle…
—¿¡Eh!? —Exclamó levantándose aturdida, con los ojos abiertos de sopetón y la respiración agitada. Miró en todas las direcciones posibles, con el ceño fruncido y clavó la mirada en sus sábanas oscuras. ¡De verdad… estaba en su habitación!
“¿Fue un sueño?” Musitó confundida, revolviéndose el cabello en señal de ello. Nuevamente miró su alrededor, y pudo darse cuenta de que sí, definitivamente, estaba de vuelta en su habitación.
No en un salón abandonado, en medio del polvo y telaraña