—Si… sigues besándome de esa forma… uh... —Dijo ella recuperando la respiración perdida, bajo la sonrisa ladeada del príncipe. —Nunca… podré hacer mi equipaje… —Pese a eso, el príncipe le besó una vez más porque nunca podría parar. Pero sólo porque se lo decía con esa hermosa mirada, y sus labios rojizos lastimosamente llamándoles para comérselos a besos, se detendría.
Por último, acarició los labios de Louise con su índice atrayendo una sonrisa a su propio rostro. —Sucedió de la nada… creo que deberías ponerte celosa más seguido. —Besos sonoros invadieron su audición, sonrojándole a más no poder con esas caricias plácidas. —Pero… ¿por qué no te ayudo con lo que necesites? Tendrás que ser… la mujer más hermosa de esa noche. Y me disculparás por lo que diré, pero estaré abierto a golpear a cualquier aristócrata que quiera tener lo que es mío.
Serio se comportaba cuando estaba abierto ese tipo de cosas. Aquellas, que sin importar la situación, provocaban que su corazón