Carina estaba sentada en la pequeña sala de la estación de policía, mirando el affidavit sobre la mesa. Sus manos temblaban un poco mientras sostenía el papel. Sus ojos recorrían las palabras una y otra vez, pero nada tenía sentido. Suspiró profundamente y levantó la vista hacia el oficial que estaba sentado frente a ella.
¿Qué es esto? preguntó débilmente. ¿Qué hice yo?
El oficial de policía se recostó en su silla. Su tono era calmado pero firme. La llamé porque tenemos pruebas, dijo, señalando el documento del affidavit frente a ella. Mira esta denuncia por escrito. Es seria, señorita Carina. Todo esto avanzará más rápido si coopera.
Carina tragó saliva con fuerza. Si contesto, dijo en voz baja, ¿me va a ir mal?
El oficial cruzó los brazos. No te irá mal, dijo, mientras respondas correctamente.
Antes de que pudiera decir otra palabra, una voz suave se escuchó desde atrás. Podrías estar empeorando las cosas si no respondes correctamente.
Los ojos de Carina se abrieron de par en par.