Capítulo 14
Los aduladores de Armando se retiraron. La multitud observaba a Fabio con sonrisas sarcásticas, como si fuera un payaso.

Armando soltó una sombría carcajada. —Señor Álvarez, sin pruebas, no diga pendejadas. Soy un hombre de negocios honesto y trabajador.

Fabio se enfureció. —¡Deja de fingir! ¡Sabes que hay una gran tumba bajo esa tierra, y fingiste pujar para arruinarme!

Tras un largo discurso de Fabio, Armando respondió con una sonrisa despreocupada y tranquila:

—Incluso si supiera que hay una tumba allí, ¿qué más da?

—¡Maldito! ¡Te haré pagar por eso! ¡Te haré la vida imposible!

Tras el bochornoso incidente, según nuestro plan, Isabela entregó a Fabio.

Isabela estaba nerviosa. —¿No pasará nada malo?

—No —respondí con calma.

Pronto, unas manos grandes me tomaron. Reconocí en ese momento a Fabio. Fingí estar dormida.

—Isabela, ¿qué juego estás jugando?

Fabio me observaba fijamente, como si pudiera leerme la mente. Me sentía incómoda bajo su inquisitiva mirada.

Isabela respondió con voz
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