11. Aterrizaje

VILKANK

La lanzadera se movía por el espacio a un ritmo lento, era casi desesperante para la energía emergente que sentía en el cuerpo. La emoción se filtraba en cada uno de sus poros y no podía mantenerse quieto en la silla mientras la tierra se aproximaba con cada poco que se acercaba. Era impresionante, hubo un momento de tensión cuando la nave atravesó la atmósfera, sintió como golpeaba el muro invisible antes de que la velocidad comenzara a aumentar a un ritmo apresurado, en una pausa inquietante la lanzadera se detuvo antes de recuperar su velocidad anterior. Se sentía un poco más pesado, imaginaba que la atmósfera de la tierra era un poco más intensa de lo que había experimentado con anterioridad.

-La atmósfera del planeta es más densa de lo que estamos acostumbrados- se escuchó la voz de Velkank confirmando sus pensamientos.

-Lo imaginé- fue la respuesta que pudo dar.

Más tarde la lanzadera por fin llegaba a un punto alto de color verde y marrón bastante opaco. Se suponía que aquel era un lugar donde no había ningún humano en las cercanías, por lo que la lanzadera se asentó en el suelo con cuidado antes de anclarse allí por órdenes de su hermano. Más rápido de lo que pudo pensar se deshizo de la seguridad que lo aprisionaba en la silla y se levantó dispuesto a salir de inmediato, la voz de su hermano lo detuvo de nuevo.

-El aire es respirable según los datos de la lanzadera- anunció Velkank -y antes de que corras afuera, no olvides llevar tu traductor universal. Estamos muy acostumbrados a que las especies con las que interactuamos lleven sus traductores permanentes, como nosotros lo hacemos, pero los humanos no lo tendrán, por lo que no podrán entenderte a menos que lleves contigo el traductor universal de la lanzadera.

-¿Por qué hay uno aquí?- Preguntó él sin darle razones a Velkank para burlarse de su emoción que le hacían olvidar cosas como el traductor universal.

-Porque esta nave está preparada para todo- afirmó su hermano con simpleza.

Él asintió antes de tomar sus maletas, se vistió con su traje de camuflaje antes de llevar todo el equipo que necesitaba hacia la puerta. Con una sonrisa abrió por fin usando su código personal, uno que su hermano había codificado y observó por primera vez el cielo terrestre.

Era hermoso, incluso con ese color desvaído que hablaba de tiempos difíciles para el clima, el azul refulgía con fuerza mientras las nubes de colores blancos y grises iban empañando el cielo. Las plantas lucían bastante saludables aunque salvajes, la tierra era oscura con diferencia de las fotos y el aire, se sentía bastante templado y puro. El sus investigaciones había llegado a la conclusión de que mientras menos población había más pureza en el aire, por lo que como allí no había nadie, era impresionante la calidad de aquel ambiente. Los planetas de las galaxias centrales tenían que usar purificadores ambientales para poder tener una calidad como aquella y allí era algo natural. Simplemente impresionante.

-El aire es puro y natural- dijo él sabiendo que su hermano escuchaba.

-Debe ser todo un deleite- respondió Velkank con la voz emocionada -no recuerdo haber estado nunca en un planeta con un aire así.

-Cuando ayudemos a la tierra y a su especie, podrás venir a experimentarlo- afirmó él.

Fue entonces que encendió las sondas y todos los aparatos que inmediatamente iniciaron una carrera de recolección de datos. Tendría que revisarlos con cuidado, pero por el momento le estaría enviando aquellos datos directamente a su hermano. Velkank le había dicho que necesitaba algo que hacer mientras él exploraba la tierra, por lo que ese había sido su acuerdo y era su hermano quien recibiría los datos en su totalidad. Una de las sondas se camufló perfectamente con el color del cielo antes de alejarse a toda velocidad, esa era la que estaba destinada a la observación de la especie nativa sin intervenciones suyas.

-Los datos que estoy recibiendo son impresionantes, Vilkank- le dijo su hermano -el aire es puro, el agua de la superficie está un poco contaminada por los desastres naturales, pero no es nada que no se pueda arreglar, sobre todo considerando que las fuentes subterráneas son igual de puras que el aire. Los suelos son más que fértiles, los planetas de cosechas no tienen ni de cerca esta calidad y hay minerales en todos lados.

-Justo lo que pensábamos- afirmó él con una sonrisa.

-Ya podemos celebrar, hermano- comentó Velkank -es oficial. Tu planeta es una joya, la más valiosa que pudiste haber encontrado.

-Espero que eso nos ayude a salvar el planeta y a los humanos- comentó él.

-Por supuesto que lo hará- afirmó su hermano con optimismo -solo tenemos que pensar en una forma de dar las noticias sin inculparnos del todo.

-Eso te lo dejo a ti- se burló él.

Revisó las sondas con atención antes de dejarlas libres para hacer su trabajo, cuando los análisis estuvieran listos ellas solas se detendrían y regresarían a la lanzadera. Tomó el bolso que necesitaba para él, revisó la pulsera de camuflaje en su mano con la carga completa, así como la planta energética para poder cargar sus dispositivos. El traductor universal iba listo en la maleta por lo que solo faltaba que diera el primer paso hacia el exterior, tomando aliento de este nuevo aire puro sonrió.

-Te llamo en la noche- le dijo a Velkank -es momento de comenzar la expedición.

-Buena suerte- contestó su hermano.

Con eso por fin dio el primer paso. Afuera todo se veía colorido aunque del mismo tono opaco, la tierra se sentía suave bajo sus pies, no obstante el aire seguía siendo un lujo. Era surrealista estar por primera vez en la tierra, sobre todo considerando que era el primer ser de otra especie que tenía la oportunidad de pisar aquella joya, porque sí, estaba seguro de que aquel lugar sería el nuevo descubrimiento de entre los nuevos ciclos solares.

Tomó uno de sus mapas y lo encendió, fue allí que pudo observar el camino que tendría que recorrer hasta dar con el primer asentamiento humano según la sonda de observación que tenía disponible. Luego de confirmar el camino más sencillo y corto, emprendió su viaje con una emoción que apenas podía contener del todo. Fue observando cómo los animales se cruzaban en su camino y se escondían a medida que sus pasos se sentían en la tierra. Prestaba atención a cada detalle que pudo con bastante interés, hasta que la dificultad del camino se hizo presente con caídas impresionantes en las que tuvo que arrastrarse un poco.

Para el momento en que estuvo cerca del asentamiento se encontraba sin aliento y bastante sudado, aprovechó la sombra de los árboles para poner su traje en funcionamiento completo. La sonda daba vueltas sobre ellos recolectando datos directos, agradecía que nadie podía verlo mientras usaba su traje de camuflaje. Se acercó lentamente sabiendo que los sonidos de sus pasos podrían alertar a la especie, por lo que llegó a un terreno duro de lo que sabía era asfalto agradeció ser más imperceptible.

Observó a la especie interactuar entre ellos, lucían golpeados y sucios, algunos de ellos con la desesperanza pintada en las miradas. Había niños dulces que corrían por todos lados y escuchar sus risas era tan impresionante como ver a aquellos seres, eran tan hermosos como habían imaginado. Incluso con todo lo que sucedía y la situación intensa que estaban viviendo, eran realmente hermosos. Cada uno de ellos era distinto del otro, los colores de sus pieles, el tono de sus cabellos, incluso sus ojos tenían una tonalidad distinta para algunos. Era tan interesante, los genetistas de las galaxias centrales tendrían un día de campo cuando conocieran a los humanos.

Luego de un tiempo preparó los escáneres de su pulsera de camuflaje para tomar la información necesaria y poder darle la imagen humana con la que podría interactuar con la especie. Una pequeña notificación se hizo presente anunciando que la imagen estaba lista, por lo que regresó al lugar oculto del inicio para comenzar su fachada. La imagen de su cuerpo cambió hasta que supo que la pulsera funcionaba, incluso su ropa se veía como una vestimenta real parecida a la del grupo del asentamiento, no destacaría ni un poco.

Eso fue lo que pensó hasta que al acercarse a los humanos por primera vez con el corazón acelerado, las miradas se voltearon a verlo directamente. Los nervios recorrieron su cuerpo, pero intentó ignorarlo todo, era como si no estuviera dándose cuenta de las miradas curiosas. Fue directamente a la mesa donde parecía que los humanos recogían lo que parecían ser suministros alimenticios y esperó por el suyo.

-No había visto una persona tan alta en mucho tiempo- le dijo el hombre con uniforme que le entregaba los alimentos -tú no eres de por aquí.

-No lo soy, llegué hace poco- ofreció él sintiendo la mirada intensa del hombre con algo de confusión. Agradecía que el traductor universal funcionara muy bien.

-No debiste hacerlo, la población se encuentra en cuarentena amigo- afirmó el mismo hombre reteniendo sus alimentos -¿acaso no lo sabes?

Atraían cada vez más atención y él notó que si no daba una explicación en ese momento, las cosas se saldrían de control.

-Lo sé, por supuesto- afirmó él -pero fui asignado a este lugar, soy un científico. Estoy investigando los fenómenos espaciales.

-Nadie me avisó de eso- insistió el hombre.

-Es información clasificada, no puedo decir nada más- dijo él con seriedad y ese tono pareció calmarlo porque le entregó la bolsa y lo dejó ir.

Él tomó aliento mientras sus manos temblaban un poco. Caminó hasta una esquina y les sonrió a las personas que lo veían, un tiempo después regresó a su escondite todavía acelerado, necesitaba calmarse. Tomó su mapa una vez más para poder introducir la ubicación de los mensajes de Alisa y dirigirse hacia allí. Ya tenía la información que necesitaba para su pulsera de camuflaje, por lo que era mejor salir de la atención de la especia extraña. Cuando la ubicación le mostró que no estaba tan lejos, su emoción fue casi incontenible.

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