La atención de la hermana mayor fue momentáneamente distraída por el estruendo del trueno fuera de la ventana, pero fue reprendida por el médico y volvió en sí.
Ella balbuceó: —¿No es peligroso el corazón artificial...?
Pero ahora, cuando la persona estaba a punto de morir, ¿qué importaría el peligro?
Sin embargo, incluso antes, Cira dudaba en cambiar a un corazón artificial. ¿Realmente podría tomar esa decisión…?
¿Y si, después de cambiar el corazón, su madre aún no sobrevivía? Con los costos de la maquinaria y la operación, ¿Cira estaría dispuesta a hacerse responsable…?
Innumerables pensamientos cruzaron la mente de la hermana mayor, entrelazándose con las peligrosas alarmas en la habitación, golpeando sus oídos una y otra vez.
Marcó nuevamente el teléfono de Cira, pero seguía apagado.
El médico urgía: —¿La familia ha tomado una decisión? ¡No podemos demorar más!
La hermana mayor no lo sabía, realmente no lo sabía.
Desde que era niña, en la escuela, en el amor y el matrimonio, siemp