47. Epílogo II
Las palabras que Prescott le había dicho a Sisa antes de que partiera fueron olvidadas o mejor dicho reconsiderado, todo porque él lo habló con Boyce y ella le aconsejó que evitara atosigar a la pobre mujer.
Lo reprendió por haberla usado para curar su impotencia, no era la forma, aunque comprendía la frustración de Prescott.
Con cada visita la terapeuta lo notaba más y más desconcentrado y propenso a la falta de control emocional, su universo comenzó a girar en torno a si la madre de su hijo volvería. Dejando su vida personal en pausa hasta retomarla solo si Sisa se unía a ella.
Cuando Boyce se lo hizo ver, él estaba más que decepcionado, llegar a ese punto, rebasaba la sanidad. Al comprenderlo y asimilarlo dio por terminado ese ciclo que venía desarrollando.
Ya que cada que la extrañaba regresaba a su departamento para recordarla en aquel espacio, o incluso como lo había prometido, ir a desfogar algo del deseo que seguía manteniendo.
Por lo que al cuarto mes de que ell