Ahora voy camino a casa en taxi. Estoy perdida en mis pensamientos, mirando por la ventana, sin poder quitarme de la cabeza lo que le hice a Marcus anoche. ¿De verdad le hice eso? Parece… parece imposible. Yo no sé nada de esas cosas, y nunca lo haría… ¡pero lo hice!

Me agarré del cabello, muerta de la vergüenza conmigo misma. ¡Dios mío, Evelyn Grace Wilson! ¡Ni siquiera tienes novio y ya andas haciendo eso con un hombre al que ni conoces! ¡Argh! ¡Te odio, Evelyn Grace! ¡Es indignante, humillante!

—¿Señorita? ¿Está bien allá atrás? ¿Quiere que la lleve al hospital? —me interrumpió el taxista, notando mi estado.

Me detuve al oír su voz. Me acomodé y le sonreí. Seguro pensaba que estaba loca: primero llorando, luego riéndome de mis tonterías, después llorando otra vez, y quedándome en blanco. No lo culpo si cree que estoy perdiendo la cabeza.

—Jeje, no, estoy bien. Solo debo de estar cansada, por eso estoy así. No me haga caso y solo concéntrese en manejar, que mis otras personalidades