Ethan Hernández - Diciembre de 2005
Tomé una ducha y cuando salía del baño, escuché nuevamente a alguien golpeando la puerta. Sofía había vuelto a mí.
Abrí la puerta y esta vez era Nick, no más borracho, pero parecía muy perturbado. Entró sin siquiera saludarme y sabía que el asunto era serio.
- ¿Nick? - pregunté.
- Ethan, tú y Sofía son mis mejores amigos - dijo sin rodeos. ¿Cómo lo sabía? - Lo que te voy a contar ahora no puede saberlo Sofía, ni los demás, ¿prometes? - preguntó.
No respondí, sin saber exactamente el peso que tendría esa promesa. Nick se arrancaba el cabello claramente nervioso.
- Maldición, Ethan, ¿prometes? - preguntó en voz alta una vez más, pareciendo extremadamente afligido mientras caminaba de un lado a otro de la habitación.
- Prometo, Nick - confiaba en que fuera algo razonable, que Nick no me pediría que ocultara un cuerpo, por ejemplo.
Nick pareció un poco aliviado por mi promesa, pero volvió a su estado anterior cuando se hundió en la cama, con la cabeza e