Al terminar la reunión con Roberto e Ignacio, Enrique cerró la puerta de su oficina y se cruzó de brazos. Javier sólo bajó la mirada y comenzó a llorar. Su padre no suavizó el gesto, pero bajó los brazos acercándose a su hijo.
- ¿Qué hiciste? Conozco tu sentimiento de culpa.
-Padre, yo… la perdí. Por estúpido.
- ¿Y por qué otra razón si no?
-No me digas eso, no lo necesito ahora.
-Javier, al fin tenías a la