Capitulo 28

Después de horas manejando había caído la noche y al fin también había llegado, estacione el auto a las afueras y me introduje al lugar cuidadosamente. Miré alrededor y ahí sentado en la banca con su chaqueta negra viendo la luna reflejada en el lago estaba Chad.

Corrí. Corrí hacia él, quién al percatarse de mi presencia volteó y vino a mí igual.

—¡Maldición! Te juro que no se que me paso.. No quería hacerlo. Lo lamento—decía y él me interrumpió tapándome la boca con sus manos. —Solo callate pequeña parlanchina—me sonrojé de amor—Y solo bésame—ordenó y asentí enseguida lanzándome con muchos deseos en mí, en sus labios grandes y carnosos.

El lago estaba cerrado, lo que significaba que no había nadie.

Nadie más que nosotros dos.

Chad comenzó a tocar cada parte de mi cuerpo como si pintara un cuadro, y lo dejé, claro que lo hice. Nos miramos fijamente y podía ver perfectamente su amor por mí, lo cual dió paso a que le desabrochaba su pantalón bajando así hasta su miembro totalmente erec
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