Polos Opuestos
Polos Opuestos
Por: Michael Killian
Capítulo 1

Mis ojos se abren inmediatamente. Las cobijas parecen querer sofocarme mientras lucho por liberarme de sus ataduras. Finalmente, pude liberarme de ese lío enredado. Paso mis piernas por el costado de la cama, tratando de hacer más lenta mi respiración y estabilizar mi ritmo cardíaco. Necesitaba aire.

Me puse de pie con mis piernas temblorosas, haciendo mi camino a través de mi habitación oscura hacia el balcón de la misma. Mi camiseta se encuentra firmemente pegada a mi torso sudoroso. Si no fuera por la visita sorpresiva de uno de mis compañeros, me habría arrancado la m*****a cosa.

Deslizo la puerta, al salir mis pies se encuentran con las baldosas frías en esta parte del apartamento, no puedo evitar. Me agarro a la barandilla para luego posicionar mi frente contra ella. El aire frío de la mañana me inunda por completo, esto logra hacer que mi piel sobrecalentada se calme.

El dulce olor de la brisa de la mañana logra hacer que mis pensamientos dispersos comiencen a apartarse de mi mente, logrando un estado de completa tranquilidad. Lentamente, siento como mi ritmo cardíaco vuelve a la normalidad.

Me enderezo en mi lugar a la vez que traslado mi mirada hacia el cielo estrellado, una sonrisa surge en mis labios al ver la infinidad de estrellas aún perceptibles a pesar de la contaminación gasifera de la ciudad de Miami, me siento con calma en el sofá que se encuentra no muy lejos de mí, me mantengo en silencio viendo la noche.

Un suspiro sale de mis labios de solo recordar como minutos antes me encontraba luchando en la oscuridad de mi habitación.

Es como si hubiese estado luchando con una bestia que se encontraba hibernando en mi interior, esa que sale sin previo aviso con la intensión de querer comerme. Hasta ahora no lo ha logrado, pero si sigo así tengo el leve presentimiento de que no tardará mucho en hacerlo.

Me quedo tan tiempo perdido en mis pensamientos que sin darme cuenta comienzo a sentir como mis lágrimas pican en la parte posterior de mis ojos.

Recuesto mi cabeza en el respaldo de la silla esperando poder encontrar el sueño pronto para poder tomar una ligera siesta antes de tener que cambiarme para ir a trabajar, lamentablemente pasas los minutos y nada de eso sucede.

Por lo que no me queda más que levantarme de mi asiento, para luego desplazarme hacia el exterior. No importa cuanto lo intentara después de esas malditas pesadillas el sueño nunca llegaba a mí.

Siempre las describí como batallas internas que solo ganaba cuando estaba suficientemente cansado la noche anterior, ya que al estar en ese estado ellas no podían encontrarme. Lo irónico es que en el pasado odiaba hacer ejercicio, pero justo ahora esa es mi salvación.

Anoche por incitación de mis compañeros, no cumplí con mi rutina diaria, eso creo un desequilibrio en mí, causando que no estuviera lo suficientemente agotado para escapar.

Antes de poder salir hacia la sala de mi apartamento, me recuesto por unos momentos en la cama tratando de esperar ese tan esperado sueño. Lamentablemente, las cosas no van como quiero, cuando más deseo algo, es cuando más este se aleja de mí.

Me remuevo incómodo en mi cama tratando de luchar con el sueño, al no poder encontrarlo me siento con calma en sobre el colchón.

Mi soledad se ve interrumpida por el característico sonido de unos pasos que no son los míos. Líbero un suspiro para luego levantarme de mi lugar, pero antes de intentar salir me desplazo hacia el cuarto de baño para lavarme la cara, eliminando cualquier rastro de lágrimas e intento borrar mi expresión. No quiero que nadie sepa estas cosas.

El hecho de ser hombre dificulta que uno pueda expresar sus pensamientos abiertamente. Al comprobar que todo está en su sitio procedo a salir de mi habitación.

Al momento de salir me encuentro con Lucas; mi compañero. Podría decirse que es lo más cercano a un amigo que tengo, aunque no sé realmente si debería darle esa categoría, después de todo no es que hablemos desde el fondo de nuestros corazones ni nada por el estilo.

Aprovecho de que se encuentra de espaldas para tratar de tranquilizar mi estado, para que él no pueda notar nada extraño que lo incite a hacerme preguntas incómodas.

Me acerco con calma hacia donde se encuentra; en la cocina. El olor de los granos de café me dan la pista que necesito de lo que sea que estuviese haciendo en la estufa.

— ¿Cómo te encuentras hombre?

— ¡Mierda! —exclama a la vez que salta en su punto alarmado—. ¿Qué diablos Roy?, podrías avisar al menos

—No es mi m*****a culpa que hayas estado tan perdido haciendo un puto café, si te quemaste o no, eso no es mi problema, no esperes que te ayude echándote una pomada o alguna m****a como esa —le digo con calma de brazos cruzando viendo con extrañeza el cómo salta por alguna razón que desconozco.

—No digas estupideces Jones, solo deberías ser menos silencioso. Pareces un maldito asesino con esas artes de sigilo, ¿No te equivocaste de carrera?

—Créeme que si lo fuera hace rato que te hubiese quitado la vida, ¿Acaso no ves lo ruidoso que eres? —refuto colocando mi mano sobre mi sien; debido al creciente dolor de cabeza que surge por su irritante voz a estas horas de la mañana—, podrías hacer silencio imbécil.

— ¿Qué tienes hombre? Anoche no tomaste una m****a, me dejaste a mí solo contra ese granuja de Baxter —toma mi misma posición con sus brazos alrededor de su pecho a la vez que analice, me tenso por esta acción de su parte—, te ves como la m****a hombre. ¿No dormiste bien anoche?

—Qué carajo te interesa si dormí bien o si dormí mal, ¿Será que estás cambiando de bando?, si es así preferiría que me lo dijeras de una puta vez.

— ¿Qué tienes hoy imbécil? Estás más irritable de lo normal y eso es decir mucho… —respiro tranquilo por haber escapado de su escrutinio.

— ¡Cállate la boca y haz el puto café! —exclamó a la vez que me traslado hacia la encimera. Tomo mi móvil abandonado sobre la misma para luego dirigirme hacia el sofá.

Comienzo a revisar con calma cada uno de mis mensajes, aunque ni siquiera sé por qué lo hago. Ya que realmente no tengo nadie que pueda escribirme, hace mucho que no tengo pareja, no tengo tiempo para esas cosas de una sola noche.

Eso nunca ha estado en mí, no sé por qué soy diferente al resto, mientras que la mayoría de mis compañeros hacen hasta apuestas sobre quien se lleva a más mujeres a la cama en una semana. Yo desdeño hacer ese tipo de cosas.

Para mí esas cosas son cosas que solo hacen los niños, no jugué a eso en el pasado, no lo haré ahora. Me quedo viendo a la nada recordando el pasado. No puedo evitar rememorar lo solitaria que ha sido mi vida, es como si toda la felicidad que tenía hubiese sido arrebatada de la noche a la mañana.

Pase de tener una madre amorosa que daba todo por mí, a quedarme solo sin nadie que me acompañara.

Estuve de casa en acogida en casa de acogida, no podría decirse que era feliz ni tampoco que estaba triste. Todo sucedió como un borrón, sin la calidez que debía experimentar un niño de diez años, a esa edad perdí a mi madre quedándome solo.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo