Naiara
—Por fin una traidora como tú va a conocer el poder verdadero— me decía Markus mientras avanzaba y los soldados me empujaban para que caminara hacia el centro.
Había unas pequeñas escalinatas que daban hacia la fortaleza y mientras nosotros las bajábamos y podía sentir el calor del fuego bajo.
—¿Dónde está el caballero negro? ¿El Haggard? —preguntaba al emperador en susurros al comandante con la cicatriz y por primera vez el hombre no se veía tan recio y seguro.
—El caballero… armó un alboroto y creemos que tenía ayuda de afuera. Huyó su majestad— dijo.
Una forma muy elegante de decir que lo habían perdido completamente y que no tenían la menor idea de dónde estaba. Solo que ellos no sabían que estaba muy cerca de mí, seguramente aquí a pocos pasos y sin saberlo, dándome la fuerza que yo necesitaba.
—Tráiganlo acá lo antes posible y también al otro prisionero— decía el emperador.
Markus se detenía y los soldados me dejaban unos pasos atrás de él, el emperador jamás