Se desabrocha la camisa y se la quita, dejando al descubierto su pecho y abdomen bien definidos y marcados. Para después, despojarse de sus elegantes pantalones, quedando sono en esos boxers grises ceñidos a su bien trabajado trasero.
Tengo que cubrirme el rostro con las sabanas. Debo tener las mejillas rojas, porque se comienzan a calentar.
Lo escucho reírse.
- Y así quieres que te tome y te haga mía- Se burla de mi timidez. Aún tiene esa enorme sonrisa.
- Es que … -
- ¿Te pongo nerviosa? –
- Sí – Admito, con el rostro aún más rojo que un tomate.
- Es natural – Se encoje y rodea la cama para meterse debajo de las sabanas.
Apaga la luz y mi cuerpo empieza a temblar, nervioso.
Hace tiempo que no estoy a lado de un hombre compartiendo un mismo espacio.
- ¿En serio te siente cómod