Adeline me mira con los ojos abiertos y luego posa su mirada en el anillo que había recogido de la joyería esta misma mañana, era sencillo, con pequeños diamantes y un rubí en la punta.
Cuando la miro a los ojos, siento que la he cagado, al ver a la multitud de familiares a mi alrededor y lanzar esto tan precimpitadamente sobre ella, la estoy obligando a decir que sí.
Fuerza una sonrisa tensa y aprieta los labios antes de asentir y tenderme su mano
— Sí, sí quiero — asegura haciendo que todos aplaudan de contentos, deslizo el anillo en su dedo y le doy el beso de rigor, cuando la abrazo, susurra en mi oído — Te pedí que no me presionaras.
Con el corazón en un puño, la veo seguirme la corriente y enseñar su anillo a todas las mujeres, intento demostrar alegría, pero no puedo.
Había sido un idiota. Claro que no querí