- ¡Señor, disculpe! - La secretaria de Damião abrió un poco la puerta. - ¡El señor Ricardo y el delegado quieren verte!
- Envíelos, por favor.
Se volvió hacia los dos, pidiendo entrar y abriendo la puerta. Damião se levantó.
- ¡Buenos días mi hermano! - Saludó a Ricardo.
- Buenos días, siéntese aquí, por favor. - Damião señaló los sofás. - ¿Le gustaría un café?
- No gracias. Seré breve ya que tengo una cita de inmediato.
- ¿Sucedió algo? - preguntó Damião preocupado.
- De hecho, preferí venir a verlos para no levantar aún más rumores llamándolos a la comisaría. Cerramos las investigaciones y llegamos a una conclusión, o mejor dicho, no llegamos a una conclusión, se cerró como sin resolver por falta de pru