4. La niñera de mi bebé

Cuando Emma vio al apuesto hombre que los había salvado, entrar por la puerta del cuarto, se limpió sus lágrimas lo mejor que pudo, e intentó verse algo decente a pesar de su depresión.

— Gracias, Sr. Brown.

— Le pregunté al doctor amable que me atendió, por su nombre, porque quería agradecerle todo lo que hizo por mí y mi bebé, eso no tiene precio – Emma lo miró con gratitud.

— Nunca hubiese podido pasar de largo, después de ver un salvajismo como ese, ¿se ha estado recuperando bien?

Steve le preguntó como para romper el hielo, a pesar de que Leo ya le había dicho la condición de la madre y el bebé.

Emma le aseguró que todo estaba bien y no paraba de darle las gracias.

— Con respecto a las facturas del hospital que pagó…si me da un tiempo, por favor…yo puedo…— con profunda vergüenza, comenzó a hablarle de la nueva deuda que había adquirido y no podía pagar con un simple gracias.

— No se preocupe por el dinero del hospital, yo me encargo de todo.

— De hecho, hay otro asunto muy importante que hoy vine a hablar con usted— Steve agregó, sin darle tiempo, a seguir insistiendo en el pago del dinero.

— Sra. Green, no soy un hombre de darle muchas vueltas a las cosas y además, no hay manera de que pueda endulzar lo que le diré a continuación, así que simplemente lo soltaré— Steve iría directo al grano.

— Es algo que cambiará la vida de ambos. Su bebé es posible que sea mío, mi hijo biológico.

— ¡¿Qué?! ¿Está usted loco? – Emma le soltó asombrada – Disculpe, disculpe, no quiero faltarle el respeto, solo, que me parece que lo entendí mal.

— No me entendió mal, por favor, mire estos documentos— Steve le pasó todo el informe oficial del laboratorio, donde venía la explicación de lo sucedido.

— Entonces, la muestra de mi esposo, se cambió por la suya y mi bebé… — Emma se llevó la mano a la boca, con los ojos muy abiertos de la impresión, sin poderse creer lo que decía este papel.

— Pero ellos…ellos son muy profesionales…

— Eso mismo, pensé yo, pero nos hemos visto involucrados en esta situación y ahora, hay un bebé de por medio.

— Sra. Green, no le mentiré, soy viudo y no tengo más hijos.

— Este posiblemente sea el único heredero que tendré y no me quiero alejar de él. Quiero al bebé conmigo, si es mío— Steve le dijo por lo claro.

— Soy un hombre adinerado y puedo darle a mi hijo la mejor vida posible, educación en la universidad que desee y un patrimonio neto muy rico.

— Le daré todo y no solo material, también tendrá mucho cariño y amor.

— Pero… aun así, ¿cómo puedo creerle solo por este documento? - Emma aún no procesaba todo este giro de acontecimientos.

— Por supuesto, una prueba de ADN sería necesaria— Steve la miró a sus ojos verdes, cautelosos y preocupados.

— Escuché, que estaba pensando darlo en adopción, si el bebé es mío, no será necesario, yo lo criaría y puede darme a mí, la custodia total.

— Mi abogado prepararía un acuerdo entre ambos y puede estar segura de que también le dejaré una cuantiosa suma de dinero, para que usted recomience su vida.

— Quizás pueda intentar un nuevo embarazo, es una mujer joven y esta vez, con el hombre que de verdad usted elija, para padre de su hijo— Steve comenzó la negociación por su bebé.

— Espere, espere, ¿me está ofreciendo dinero por mi bebé? – le dijo un poco ofendida.

— No lo vea desde ese punto de vista. Es obvio que ambos somos unos desconocidos.

— Yo no soy el padre que usted quería para su bebé, sin embargo, estoy casi seguro de que es mío, por un error o lo que sea, pero esos son los hechos. Incluso tenemos hasta el mismo tipo de grupo sanguíneo.

— Si ya lo iba a dar en adopción a unos desconocidos, por qué no dármelo a mí, que además de que sería su padre biológico, le daré lo mejor y la crianza que usted no puede darle.

Y eso Emma no pudo negarlo.

Ella era la madre del bebé, pero ¿podía mantenerlo y criarlo bien?

Era obvio que no.

¿Eran mejor unos desconocidos que su propio padre? La respuesta era evidente y ella lo sabía.

— Esperemos las pruebas de ADN y ahí hablamos mejor de todo – le dijo suspirando con cansancio y Steve también estuvo de acuerdo.

Por supuesto, pagó el laboratorio más costoso y moderno, para que las pruebas estuviesen lo más rápido posible y sin fallos.

— Aquí está el sobre, se lo arrebaté casi de la mano al mensajero, revísalo – Leo le pasó el documento a su amigo, que llevaba dos días sin pegar ojo, esperando estos resultados.

Steve estaba tenso y muy nervioso.

Esperaba que de verdad que ese bebé fuera suyo, porque si decía que no estaba ilusionado con la idea de ser papá, sería una mentira.

— Compatibilidad del 99.99% para padre e hijo – leyó en voz alta con el corazón latiéndole como tambor en el pecho y sin poder evitar una sonrisa en su cara.

— Es mío Leo, ese pequeño es mío, ¡tengo un hijo, soy papá!

— Enhorabuena, Steve, si alguien se lo merecía eras tú— Leo se levantó del asiento y le dio un abrazo a su amigo, que sonreía como tonto.

Hacía mucho que no lo veía tan feliz y ese niño, le cambiaría la vida de gruñón que ya estaba llevando.

Pero ahora había un tema muy delicado que enfrentar.

¿La mamá del bebé lo entregaría, así como así?

Emma miró en sus manos la prueba de paternidad positiva y el contrato que le ofrecía el Sr. Brown.

Sabía muy bien que el Sr. Brown en parte estaba siendo generoso con ella.

Si él la llevaba a juicio, igual obtendría la custodia total, porque ella no tenía cómo demostrar que podía cuidar a su hijo.

Quizás el hecho de que él fuera el padre del bebé, en vez de verlo como un problema, era la solución que Emma estaba esperando para mantenerse a su lado.

Por mucho que lo estuviese considerando, en realidad no quería darlo en adopción, se rehusaba con cada célula de su ser.

Pero aquí lo importante no eran sus deseos, sino el bienestar de su hijo.

Había estado pensando tanto en estos días, como nunca en su vida, e ideó una forma para mantenerse al lado de su bebé.

— Le entregaré la custodia total de mi hijo, solo con dos condiciones – comenzó a decirle con nerviosismo.

— La primera, no quiero su dinero como si me estuviese pagando por él, mi bebé no tiene precio, ninguna cantidad de dinero es suficiente.

— Y la segunda, es que quiero que me contrate como su nana – Emma rezaba porque él le concediera la oportunidad.

— ¿Su nana?, ¿la niñera del bebé? – Steve reflexionó sobre las condiciones de la mujer.

Parecía muy simple decir que sí, pero no lo era.

Steve no quería que nadie supiese de su infertilidad, ni todo este tema de ser padre con una desconocida, por el error de un laboratorio.

Eso, le daría pésima imagen frente a la junta directiva y este escándalo podría ser utilizado por su hermanastro para tomar ventajas.

Ya tenía una historia inventada, pero si esta mujer no se iba y en el futuro lo chantajeaba con revelar todo el secreto, entonces sería un problema grave.

Aunque esa posibilidad del chantaje siempre existía, en parte por eso también estaba comprando su silencio, con una fuerte suma de dinero.

¿Y si luego se arrepentía y lo demandaba por la custodia compartida del bebé?

No, no, no mejor dejar las separaciones claras desde el inicio.

— Sr. Brown, por favor, yo sé que es muy raro esto que le estoy pidiendo y más cuando yo misma estaba pensando en darlo en adopción— Emma se levantó de la cama y caminó hasta estar frente al hombre, que tenía su destino y el de su hijo en sus manos.

— Pero no puedo, no puedo separarme de él, no soy tan fuerte como pensaba, usted no se imagina cuanto yo deseaba tenerlo… — comenzó a llorar sin poderlo evitar.

— No me importa que no fuese con el padre que yo elegí, al final es mi carne y mi sangre. Amo a mi bebé y estoy dispuesta a hacer lo que sea para formar parte de su vida.

— Yo sé que usted es un hombre rico y que tiene que cuidar una imagen. Seguro se casará en el futuro con una esposa.

— Todo este asunto puede perjudicarlo, pero estoy dispuesta a firmar lo que sea, el acuerdo que usted quiera.

— No revelaré este secreto, nunca diré que es mío, solo soy su nana, solo déjeme cuidarlo hasta que usted se case y su esposa lo críe o puedo hacerlo para siempre

— ¡Por favor no me separe de mi hijo!

No pudo evitarlo más y Emma se arrodilló delante de Steve, tomándolo por sorpresa.

— No haga esto, por favor, levántese, Sra. Green, por favor - la ayudó, tomándola del brazo, ella estaba algo débil por el parto difícil.

Si Steve decía que no estaba incómodo y que le tenía mucha lástima era mentira.

Sentía que se estaba aprovechando de sus desgracias para robarle a su hijo, pero él también lo quería.

Nadie tenía la culpa de este enredo del destino, pero una decisión debía ser tomada.

— Bien, la contrataré como la niñera del bebé, permanecerá a su lado, pero bajo mis condiciones y firmando un acuerdo blindado de confidencialidad, donde créame que saldrá muy perjudicada si usted revela todo esto— Steve finalmente cedió, suspirando.

— Gracias, gracias, sabía que usted era un buen hombre, no diré nada, no diré nada, haré lo que me diga mientras pueda estar cerca de mi bebé – Emma le agarró las manos llorando y riendo a la vez.

Steve la miró, esperando no arrepentirse de esto en el futuro y que su compasión no le hubiese llevado a cometer un gran error.

— Recupérese entonces con calma y su doctor me dijo, que en unos días le darán el alta a usted y al bebé.

— Se irán a vivir los dos a mi hacienda.

*****

— Steve, ¿estás jugando conmigo, cierto?

— Esto es una broma que me haces, ahora es cuando nos reímos los dos, ¿verdad? – Jennifer lo miró, sentada en el sillón de cuero frente a su cuñado o más bien, ex cuñado.

— Jennifer, no es ninguna broma – Steve se dio un trago de su coñac

— Sé que es algo inesperado, pero es la verdad. Tengo un hijo biológico, lo descubrí hace poco, es un bebé y vendrá por supuesto a vivir conmigo en la hacienda.

— Estará aquí pronto y por eso te estoy pidiendo ayuda, para que me eches una mano con las cosas de bebé necesarias que tengo que comprar con urgencia y equipar en su cuarto.

Steve le pidió, porque las mujeres eran más prácticas para esos asuntos y ya Jennifer había tenido una hija.

— ¡¿Cómo puede ser eso posible?!

— ¿De dónde apareció así un bebé, de la nada?, su madre, ¿quién es su madre? – se levantó sin poder aguantar más la farsa de la tranquilidad y la decencia.

Llevaba varios años viviendo en la hacienda de su difunta hermana, en compañía su hija pequeña de 6 años, desde que el imbécil de su marido la había echado a la calle con una mano adelante y otra atrás.

Steve se había compadecido de su situación y la acogió en su lujosa hacienda, donde ya se sentía la dueña y señora.

A Jennifer, siempre le había atraído su cuñado. A qué mujer no le gustaría un hombre como Steve Brown.

Un hombre maduro, de casi 40 años, pero siempre había ejercitado su cuerpo, era alto, 1.90 cm de estatura y con músculos atléticos por todos lados.

Tosco y masculino, cabello y ojos oscuros, apuesto, sexy y sobre todo, millonario.

Pero como siempre en su vida, su hermanita, la perfecta, era la que había deslumbrado a ese hombre y vivía la vida de reina, que ella codiciaba.

Sin embargo, ya su hermana no estaba, había fallecido y alguien tenía que consolar al irresistible viudo millonario.

Solo que se había insinuado de todas las maneras posibles, casi al punto de confesarse directamente, pero Steve nunca le había correspondido y sabía que, si seguía viviendo en la hacienda, era solo por el cariño de Steve con su hija Winona.

— Eso no es un asunto que tenga que detallarte Jennifer, espero que no olvides cuál es tu lugar y no tengo que darte explicaciones de mi vida privada— Steve le cortó el drama, un poco arrepentido de haberle pedido ayuda.

Pero igual, ella vivía en la casa y tenía que saber del bebé, que llegaría pronto.

— Steve, no te enojes, es solo, todo esto que me dices, es demasiado extraño— bajó un poco su tono

— Steve, hay muchas mujeres arribistas que únicamente te quieren enredar en engaños por tu dinero, quizás te mintió, quizás el bebé no sea ni tuyo.

— De verdad me crees tan imbécil como para reconocer a un niño sin haberle hecho la prueba de paternidad antes. Ese bebé es mío y punto. Dime si me ayudarás o no.

— Claro, claro que te ayudaré Steve. Sabes muy bien que haría cualquier cosa por ti y si tengo que criar a tu hijo lo haré, como si fuera mío – se ofreció gentil, aunque por dentro estaba hirviendo de la ira.

— No es necesario que lo críes, contraté a una niñera para que lo atienda todo el tiempo y ella se hará cargo – Steve no le hizo caso a sus indirectas

— Solo quiero que la ayudes cuando yo no esté y la trates bien, porque es una persona de mi confianza.

— Bien, bien, todo se hará como digas, ¿y Winona?, ¿qué le digo?

La razón principal por la que Steve las dejaba vivir esta vida de lujos, era porque le gustaban mucho los niños y quería a Winona como su sobrina.

— Yo hablaré con ella. No quiero que piense que la voy a dejar de querer por el bebé

— Ayúdame también, los niños a esa edad son muy celosos— y Jennifer se comprometió a seguir sus órdenes.

“Maldito Steve, ¿cómo se atrevió a enredarse con una mujer por ahí y traer a un bastardo a la hacienda?”, pensó con odio, cuando salió de su despacho luego de la conversación.

No podía dejar que ese niño ocupara el puesto de su hija.

Y mucho más, porque detrás de un bebé, había una madre y a ella nadie le quitaría su sitio en la hacienda.

Steve Brown sería suyo al final, costara lo que costara y no le importaba deshacerse de cualquier obstáculo, aunque fuera un bebé.

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