Marília
Aquí en este hospital la abuela está recibiendo el mejor tratamiento que podría tener, los médicos la cuidan muy bien y afortunadamente está mejorando bastante, incluso gradualmente.
— ¿Cómo se siente hoy, doña Regina? — El médico le preguntó, mientras escuchaba su respiración con estetoscopio.
— Mucho mejor, ya no tengo tanta dificultad para respirar.
— Y gracias a su nieta, que no sale de su lado, Marília pronto daremos de alta a su abuela. — Dijo mirándome y sonriendo.
— ¡Sí, señor, le agradezco todo! — Me alegró mucho saber que pronto nos iremos, pero ahora tengo que cuidar de ella y no puedo llevarla a la casa de Rafaela.
— ¿Qué pasa, hija? Te has vuelto muy pensativa de repente.
Me acerqué a ella y tomé su mano.
— Solo pensaba en alquilar una casita para poder estar más cerca de la señora y continuar con su cuidado.
— No quería interrumpir tu vida, niña. — Ella lloró y le sequé la lágrima.
— Usted es mi única familia y yo cuidaré de toda mi vida.
— Tengo mi pensión, muy