Amir
Y todo se vuelve tan surrealista que nuestro cerebro no llega a entender y sin darnos cuenta nuevamente de que hemos sido azotados, golpeados por una mentira cruel y despiadada una tan grave que no merece el perdón ni el arrepentimiento.
—Habibi, di algo por favor— escuché por la otra línea. — Lo siento tanto, perdóname por favor.
Esa voz que tanto anhele y que ahora esta ahoga en llanto, Dios mío era ella, si mi esposa.
—Quiero pensar que estoy muerto, por eso te estoy escuchando.
—No, mi amor.
—Entonces explícame a quien he estado l