En la escuela de ballet de su hija, Tamir aparca el coche y baja con Sissi a la reunión. Ya estaba más activa después del baño de hielo y un buen café fuerte de Michaluz. Tanto ella como su hija tenían curiosidad por saber para qué era la reunión, y ya entraron buscando un lugar para sentarse. Tamir entraba al auditorio cuando recuerda que dejó su celular en el auto, y cuando piensa en ir a buscarlo, distraída con su bolso, choca con un extraño que deja sus cosas en el piso.

- ¡Me disculpa! – dice Tamir avergonzado.

- No, tudo bien. – dice el desconocido.

- Yo era el que no miraba hacia adelante. - Él responde.

- Entonces somos dos. – dice Tamir cortésmente.

- ¿Se lesionó? – pregunta el desconocido.

- ¿No y tu? – pregunta Tamir.

- Tampoco. – Responde el extraño.

- Y ni siquiera te harías daño, mira mi talla. - Dice el desconocido riéndose.

Los dos se ríen juntos, y Tamir se olvida por completo de su teléfono celular, cuando el hombre extraño la invita a entrar. Sissi mira al hombre y