Ryan
Termino, por fin, los últimos detalles del proyecto de este año. Sin embargo, el sin sabor en mi boca no desaparece. Y no es porque ya haya pasado un año del lanzamiento del labial “rojo navidad”, tampoco porque este llamado “Girl Grinch” me recuerde a ella, en lo absoluto. Lo que me tiene así es no saber nada de Anne desde hace un año.Miro su foto en mi estudio que reposa en la pared al lado de las anteriores campañas, sin embargo, esta definitivamente se roba todas las miradas. Sus labios en forma de corazón son los protagonistas. Paso los dedos por mi boca recordando el beso que nos dimos en el estudio y compruebo que aun mis labios recuerdan los suyos.¿Anne Girlmeth donde estás?Voy al estudio y veo a Dante trabajando en el comercial de este año. Esta vez se trata de una paleta de sombra para ojos en tonos verdes, mates y brillantes.La protagonista está vestida algo parecido a un grinch y camina de puntitas robando regalos dentro de las casas ambientadas como villa quien, dentro del estudio. Llega hasta uno de los habitantes, este, está enamorado de ella y la ama en silencio. Como en su casa no encuentra regalos que robar, ella, “Girl Grinch” introduce la mano en su pecho y le arranca el corazón, el cual, empieza a derramar sangre verde que corre por sus dedos mientras sostiene el corazón en la mano. Lo muestra a la cámara y ahora es la paleta de sombras, lo abre en dos y con la punta de sus dedos toma del líquido, es la sombra para ojos, unta sus dedos y lo esparce en sus párpados. Se mira al espejo, qué en este caso es la cámara que la enfoca, cierra y abre los ojos mostrando su perfecto maquillaje en varios tonos de verdes. Y luego se marcha sin dejar rastro.Es inevitable no acordarme de la campaña del año anterior y como vi detrás de cámaras la actuación de Anne. Becca, la modelo rusa que habíamos contratado para el comercial, se presentó en mi oficina exigiendo una explicación de por qué habían cambiado de modelo a última hora. Al principio, no entendía lo que pasaba ni de lo que estaba hablando hasta que llegué aquí y la vi a ella, pintando sus labios, de manera que ninguna modelo de O’Brien Beauty lo ha hecho. Con un estilo nato, inigualable como ella misma. Su boca, que ya desde entonces me tentaba en un rojo perfecto, me dejó anonadado.Guardé silencio y tras bambalinas pude detallar cómo se movía frente a la cámara y como Dante sacaba las tomas sin tanto esfuerzo, su trabajo me pareció perfecto, el de ella y su coprotagonista, eso hasta que llegó la parte del beso. Por supuesto, no iba a permitir que la chica con la que estuve fantaseando en los últimos cinco días se besara con otro delante de mí.Habían pasado cinco malditos días desde que esa chica se había metido en mi vida como un torbellino. Arrasando con todo a mi alrededor, como lo hace una tormenta que no avisa, que llega de la nada. Cinco días tardó en venir a mí, casi una semana que me parecieron eternos. No fue cierto que las cifras de O’Brien Beauty habían bajado, contrario a eso, las ventas había aumentado el doble después de nuestro supuesto noviazgo, nunca se lo dije, pero la demanda únicamente fue una excusa para que Anne Girlmeth viniera a mí.—¡Corte!—, la voz de Dante me trae al presente y dejo de lamentarme, por enésima vez, de no haberle dicho nunca la verdad.Hace un año fue nuestro primer encuentro y dentro de dos días será la última vez que la vi, la despedida fue en Nochebuena en su casa, me fui sin saber que ese sería el último día que vería a la chica que así como llegó a mi vida, de manera inesperada, así igual desapareció.—¿Otra vez te lamentas, querido hermanito?—. Se acerca a mí con esa cara de burla que odio y me palmea el hombro—, no es la primera vez que te pasa. Si cambiaras esa cara de trasero estreñido qué mantienes siempre, quizás, algún día tendrías a una linda chica a tu lado.—Quiero las fotos mañana mismo—, contesto no de muy buen humor, pero, Dante, como siempre, me ignora.—No siempre tenemos lo que queremos en la vida.—No estoy de ánimo para juegos, Dante.—Yo tampoco Ryan—, sale del estudio despidiéndose y antes de cerrar la puerta me recuerda el compromiso que tengo con Fecko.Recibo una llamada del mencionado donde me dice que me espera en el centro comercial, el mismo donde conocí a Anne. Tengo cosas que hacer, muchas al decir verdad, pero estoy intentando darle calidad de tiempo a mi hermano, de alguna forma soy su figura paterna y comprendí que está en una edad donde necesita de una autoridad cercana.Salgo de la empresa y para no hacer esperar al menor de los O’Brien le pido a Arthur ir directo a nuestro sitio de encuentro. Mi chófer conduce por las calles cubiertas de nieves intentando esquivar a transeúntes que se atraviesan en afán de llegar temprano a sus hogares. Veo a niños armar un muñeco de nieve y uno de ellos le envuelve una bufanda en el cuello, qué casualmente es de un rojo muy parecido a la que llevaba el día que me conocí con Anne, la misma que tiró de mí para luego besarme. ¿Por qué se alejó de mí? ¿Por qué huyó?Pienso y siempre me quedo en esa noche, ¿Qué hice mal ese día? El único error que cometí fue preguntar por qué me había besado, simplemente quería saber si ella había sentido lo mismo que yo. Aunque su repuesta no fue de mi agrado, no fui descortés con ella, ni mostré celos, entonces siempre me quedo en ¿Qué paso ese día?Las llantas rechinan y el movimiento abrupto de mi cuerpo contra el respaldo de la silla del conductor me saca de mis cavilaciones. Hemos chocado con algo o alguien. Arthur baja y yo lo hago cuando me he estabilizado, me siento mareado, pero rápidamente vuelvo en sí.Es un señor de pequeña estatura, está vestido con un pantalón corto verde y camisa roja, lleva también medias de rayas blancas y rojas y un sombrero del que sobresalen unas orejas de duende. Parece ser que está disfrazado de elfo. Tiene raspaduras y le ofrezco llevarlo a algún hospital cercano, sin embargo, insiste en que está bien. Hace una voltereta, se pone de cabeza y brinca para demostrarlo, sus maniobras me causan gracia y rio. Dejo algo de dinero, ya que no aceptó ir a un hospital y me agradece mostrando algo extraño de su sombrero, dice algo que no entiendo y me dice que a mi vida, hoy llegará el color de la navidad.—Recuérdalo, el color de la navidad. Rojo navidad—, grita antes de desaparecer.Después de ese extraño suceso logro llegar al mall donde Fecko me recibe con un abrazo, se nota emocionado de compartir tiempo conmigo y a mí me hace feliz ver el cambio en él. Entramos a una tienda de videojuegos, donde a mí todo me parece aburrido y a él todo emocionante. Pero de eso se trata esto, compartir tiempo con él, aunque no tengamos los mismos gustos. Caminamos y compartimos durante un tiempo más, mientras que Anne Girlmeth no sale de mi mente, aunque eso pasa desde hace un año, en estos últimos días ha sido más intenso. Entonces la veo y mi mundo se paraliza, es ella, va de espalda, pero estoy seguro de que es Anne.Apresuro el paso y la tomo del hombro, pero al voltear no es ella. Me disculpo con la chica que me mira con el ceño fruncido y me reprendo mentalmente por la imprudencia que acabo de cometer. Esto ya se está saliendo de control, Anne no puede aparecer en vida, ponerla patas arriba e irse y desaparecer como si nada. Me devuelvo malhumorado a donde se encuentra Fecko, y tropiezo con alguien, la chica riega su bebida en mi camisa y eso es lo único que necesito para sacar mi frustración.—¡Maldita Anne!—, suelto, cansado y frustrado de que esté en mis pensamientos y no me permita ni caminar en paz.—¿Ryan?—. La voz de la chica es dulce, tanto que se parece a la de Anne, pero no puedo estar confundiendo su voz o eso creo hasta que me reclama—: ¿Me estás maldiciendo o escuché mal?—¿Anne?—. Miro el rostro de la culpable de la mancha en mi camisa y es ella. Está hermosa, su piel blanca la decoran el rubor de sus mejillas y su boca pintada de un labial rojo navidad me incitan a besarla. A tocar los labios por los que he estado anhelando desde hace un año. Así que no espero, ni pido permiso, solo tomo sus labios como ella lo hizo un año atrás. Invado su boca y la beso.Estoy besando a Anne Girlmeth en una impulsividad no propia de mí. He querido hacerlo desde hace mucho y no pienso desaprovechar la oportunidad. Mi corazón late desbocado, se para y empieza a latir con frenesí cuando ella pasa sus manos por mi cuello y acepta el beso. Me siento como un adolescente enamorado cuando mis manos tocan su cintura y ella entrelaza sus dedos en mi cabello. Me separo de ella en contra de mi voluntad y analizo su rostro. Si me va a abofetear después de esto con gusto recibiré ese golpe.—¿Me has besado por impulsividad?—, pregunta y no se ve enojada o por lo menos no lo demuestra.—Estamos debajo del muérdago—, señaló las hojas de la plata y ríe—. Es bueno por si no has encontrado el amor verdadero.—¿No se supone que debo ser besada en Nochebuena?—Lo podemos volver a intentar dentro de dos días, si es lo que quieres—, bromeo.—A mí me encantaría que lo hicieras, Ryan O’Brien—. Jala de mi corbata y planta sus labios nuevamente sobre mí.Anne Girlmeth está aquí, vino a pintar mi mundo de un rojo navidad y no la pienso dejar ir jamás.Fin.Lo acepto, prácticamente me he convertido en el Grinch. Odio la navidad. No la odio porque sí, no soy del tipo de personas que crean odio infundado, juro que tengo mis motivos y todo tiene una explicación: Siempre pierdo lo que más quiero en navidad. En este caso, y el más reciente motivo de que todos los recuerdos felices que tenía de esta época se hayan convertido en amargo, es mi ex. Sí, ya sé, los ex siempre arruinando todo, y el mío no fue la excepción a esa regla, pero no hablemos de mi ex, ni de los ex en general, es más, al diablo todos los ex del mundo. Ahora, mi punto es demostrar que aunque odio la navidad, y durante el mes de diciembre no salgo de mi casa por temor a que algo desastroso ocurra en mi vida, estoy aquí. Me encuentro en el centro comercial con el mejor ánimo del mundo, despejando cualquier escenario macabro de mi mente, esperando pacientemente que Amazing Toy Shop abra sus puertas al público. No tengo hijos, tampoco hermanos pequeños, ni siquiera un primo
Miro alrededor y nuevamente se ha aglomerado una cantidad de personas, esta vez más que antes. Todos apuntan con sus teléfonos y gritan al tiempo que se acercan al hombre que tengo al frente. Busco con la mirada a Fran y su perfecta familia, pero no los veo por ningún lado. Las personas empiezan a sofocarnos acercándose más a mí o al desconocido que me mira con el ceño fruncido sin soltarme. Me siento asfixiada entre gritos y empujones y no puedo respirar. Una estampida de personas se acercan a nosotros y no entiendo nada. Siento que jalan de mí y sin darme cuenta estoy siendo arrastrada. Varios hombres con esmoquin nos rodean para sacarnos por la parte de atrás del centro comercial subiendo a un carro blindado. No comprendo que pasó allá afuera en solo un segundo. Miro al hombre y ya sentados en la parte trasera del carro en marcha me percato que aun sigue agarrando mi muñeca. –Estás loca —dice molesto —. Estás completamente loca. —Si no hubieras robado mi puesto no me hubiera com
Cuando se es niño, el mes de diciembre, aparte del de tu cumpleaños, es lo único que deseas que llegue. Todos en nuestra infancia anhelamos ese regalo que le pedimos a Santa por medio de una cartica porque nos hemos portado bien durante todo el año. Recuerdo haberme portado mal la mayoría del tiempo, mamá siempre me amenazaba con que Santa me traería carbón por mi desobediencia, sin embargo, siempre encontraba debajo del árbol el regalo que quería. Eran días felices, una época de amor y felicidad, ¿Entonces, eso cuando cambió? ¿Desde cuándo mis navidades son tristes y desastrosas? ¿Desde cuándo mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos? Sí, desde el día que mamá murió. Me seco las lágrimas que no sabía que estaba derramando y miro el teléfono que suena al lado de mi cama donde me encuentro enrollada con una enorme manta y de donde no he querido salir desde hace cinco días. Casi una semana ha pasado desde el día del escándalo con Ryan O’Brien, cinco días y aún se sigue especulando
No. El mensaje que me llega no es del mismo O’Brien, sin embargo, sí tiene que ver con él y nuestro supuesto noviazgo. El destinatario es un periodista de una de las cadenas de televisión más reconocidas en el país. Me ofrece una gran cantidad de dinero por hablar de mi relación con Ryan y es explícito al nombrar lo que quiere que sea mencione en dicha entrevista, entre esas que muestre fotografías juntos. ¿Tanto cuesta una foto de este señor?Ya en casa releo el correo debatiéndome en si aceptar o no. Está claro que todo ha sido sacado de contexto y absolutamente todo lo que se ha dicho en las redes es falso, no obstante, podría fingir, es decir, solo tengo que decir sí y afirmar las cosas que ellos han inventado. Técnicamente, no estaría mintiendo, solo afirmando esas mentiras ¿No?, a ver, la idea es descabellada, lo sé, pero, no encuentro otra salida, además, él mismo me ha orillado a esto. La suma es tentadora y sería la solución a mi miserable vida; pagaría el arriendo y hast
Debí saberlo desde el principio. No todo podía ser color de rosa, todo no podía salirme a la perfección, se me había olvidado que Anne Girlmeth y una perfecta navidad no van en una frase juntas. La chica que es toda una profesional termina rápido conmigo y en un abrir y cerrar de ojos tengo puesto un horrible suéter de navidad que alguien de vestuario me ha dado y estoy frente a las cámaras. Hay un fotógrafo dándome indicaciones y yo no hago más que asentir captando la información para no equivocarme. Primero debo actuar al frente del vidrio de una tienda del centro comercial como si estuviera triste y a mi vida le faltara algo, cosa que no será difícil porque no está alejado de mi realidad. Consiste en mirar con anhelo el lipstick que ofrece la tienda, me explica que esta toma se verá a blanco y negro para luego cuando ya esté usando el labial todo se llene de color. Hago lo que me pide y me dice que quedó perfecto con solo dos intentos, luego tengo que hacer como si le pidiera a S
Después de cortar con la extraña tensión que había quedado en el estudio, me quité el espantoso suéter que empezaba a sofocarme y me despojé de todas las cosas de utilería, aún estaba nerviosa, no sabía cómo se iba a comportar Ryan después de todo este espectáculo montado, sin embargo, me esperó hasta traerme a su oficina. Así que aquí estoy, sentada en la silla del visitante, mirando a mi alrededor los cuadros que tienen las paredes, todos sobre campañas de su empresa que tuvieron mucho éxito.Lo miro a él y no se ve molesto, del hombre imbécil que fue conmigo la última vez que nos vimos no queda nada. Me estudia igual que yo lo hago con él, queremos decir algo, no obstante, ninguno de los dos dice nada. —Eh… —Balbuceamos al tiempo, pero no logramos conectar una sola palabra, es como si después del beso que acabamos de darnos algo hubiese cambiado entre nosotros, sucede algo diferente y no sé cómo explicarlo. Me deshago de cualquier pensamiento que me lleve al beso y me concentró en
Los días pasan y con ellos el frío se intensifica más, las calles son intransitables debido a la nieve y a los transeúntes que corren de un lado a otro terminando de comprar lo necesario para las festividades, no obstante, el pesimismo y mi mentalidad acerca de las navidades han cambiado un poco. La vida me ha empezado a sonreír y con ella esta navidad. Voy hacia la estación del metro para dirigirme a O’Brien Beauty y paso por el centro comercial donde en medio de mi locura besé a Ryan por primera vez. No sé qué me pasa, pero últimamente me he sentido rara estando alrededor de él, he tenido pensamientos extraños e imaginándome cosas que sé que en mi mundo jamás podrán suceder. He llegado a confundir los mensajes de texto que me envía de trabajo por algo más y eso no está bien. Paso por el lado de un coro de niños que cantan villancicos y por primera vez, después de dos desastrosas navidades, puedo escuchar su melodía de una manera diferente. Ya no son tristes ni melancólicos, ahora
Me miro al espejo y me lavo la cara quitando los rastros de sueño que quedan. Abro la puerta y hace el amague de abrazarme, pero al final no lo hace, solo me da un beso en la mejilla y me felicita. —La campaña ha sido un éxito. El video y las fotos están por todos lados—. Baja la mirada a mi pijama y se percata que había estado durmiendo. —¿Te he despertado? Lo siento, no sabía que estabas dormida, creí que estarías celebrando Nochebuena, por eso estuve esperando afuera. Me daba pena tocar, pero la emoción de la buena noticia no me permitió esperar más. Vi que tenías las luces encendidas y supe que estarías en casa. Pero ya me voy, no quiero ser imprudente y… —No me has despertado—, lo tranquilizo—, está bien que te quedes, y no, no celebro Nochebuena. Ahora que se me ha quitado el sueño por completo, termina de pasar y cuéntame todo sobre el comercial. Entra y toma asiento en el mueble mientras enciendo la estufa y hago chocolate caliente. —Linda pijama—, intenta bromear. —Fue