Me miro al espejo y me lavo la cara quitando los rastros de sueño que quedan. Abro la puerta y hace el amague de abrazarme, pero al final no lo hace, solo me da un beso en la mejilla y me felicita.
—La campaña ha sido un éxito. El video y las fotos están por todos lados—. Baja la mirada a mi pijama y se percata que había estado durmiendo. —¿Te he despertado? Lo siento, no sabía que estabas dormida, creí que estarías celebrando Nochebuena, por eso estuve esperando afuera. Me daba pena tocar, pero la emoción de la buena noticia no me permitió esperar más. Vi que tenías las luces encendidas y supe que estarías en casa. Pero ya me voy, no quiero ser imprudente y… —No me has despertado—, lo tranquilizo—, está bien que te quedes, y no, no celebro Nochebuena. Ahora que se me ha quitado el sueño por completo, termina de pasar y cuéntame todo sobre el comercial. Entra y toma asiento en el mueble mientras enciendo la estufa y hago chocolate caliente. —Linda pijama—, intenta bromear. —Fue el último regalo de mi madre—, suelto y la incomodidad entre los dos no se hace esperar. —Lo siento, yo no quería incomodar… —Se levanta del mueble, pero lo detengo del brazo. —No te vayas—, pido. Nunca me gustó la soledad, siempre disfrutaba de estas festividades y, desde que mamá murió, eso acabó para mí; sin embargo, necesito de su compañía ahora. Se sienta y guardamos silencio por un tiempo. Miro a la planta y las luces que titilan alumbrando la oscura estancia. —¿Puedo preguntarte por qué no celebras Nochebuena?—, Ryan, me saca de mis pensamientos. —Mamá murió hace dos años, un 24 de diciembre, y desde entonces las navidades se han convertido en las peores de mi vida—. Calla, esperando que siga hablando del tema, pero no quiero seguir haciéndolo o terminaré llorando delante de él, no quiero mostrarle mi lado vulnerable. —Entiendo—, mira alrededor cómo suele hacerlo, observando todo—, tampoco te gusta decorar. —No desde que ella no está. —¿Y cómo era antes? —Todo lo opuesto a cómo es ahora—, me limitó a decir—, no quiero hablar, solo estar aquí con él. —¿Crees que a tu madre le gustaría verte así? ¿Ver su casa así? —No estoy segura de eso—, agacho la cabeza escondiendo la lágrima que empieza a escaparse. Estoy completamente segura de qué mamá odiaría en lo que me he convertido, pero es que simplemente no puedo seguir sin ella. —Mis padres murieron en un accidente el 24 de diciembre—. Empieza diciendo y, aunque escucho atenta, no alzo mi rostro—. Mi hermano pequeño, que ahora tiene catorce años, era solo un bebé. Dante tenía diez, y yo, siendo el mayor, diecisiete. Es cierto que crees que tu mundo se acaba en ese instante, pero en ti está permitir que así ocurra—. Toma mi mentón y alza mi cara—. La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con eso que te pasa. No puedes seguir viviendo así, Anne. Me abraza y, como si eso es lo que hubiera estado anhelando, me permito llorar. Lloro con todas mis fuerzas soltando el nudo que me estaba ahogando, los sollozos son altos y desgarradores, pero Ryan en ningún momento me suelta, por el contrario, se aferra a mí y me abraza diciéndome sin hablar: llora, yo estoy aquí para ti. Cuando me he calmado, intento soltarme, pero él no me lo permite. —Quédate otro rato más así—, pide y lo hago. Después de un tiempo, interrumpo nuestra unión y voy por el chocolate, le doy una taza a él y me llevo la otra a los labios. —Espera—, digo antes de volverme a sentar y voy por el regalo que había comprado con anterioridad. Le entrego la caja envuelta en papel regalo y él frunce el ceño—. ¡Feliz Navidad! —¿Tienes un regalo para mí?—dice incrédulo y abre el paquete como un niño pequeño. Se da cuenta de que es el videojuego y suelta una carcajada—. Te tomaste muy en serio lo de Galaxy Forte, pero lamento informarte que este no es un regalo para mí, sino para mi hermano. —No entiendo. —No le pagué a ese vagabundo por tener el primer puesto y obtener el descuento, es más, no sabía que existía dicho descuento. Lo hice por falta de tiempo, solo quería llegar, pagar e irme, sin que los medios o algún paparazzi me viera, pero ya sabemos cómo terminó todo. —¿Y por qué simplemente no enviaste a alguien a comprarlo? —Es una larga historia, pero para resumírtela, Fecko, mi hermanito, siempre me recrimina porque no paso tiempo con él. Habíamos tenido una discusión donde me había echado en cara que hasta los regalos de cumpleaños los compra mi asistente y quise tener un pequeño detalle comprándolo personalmente. —Entonces creo que escogí un mal regalo para ti.—Por supuesto que no, gracias. Mi hermanito lo amará. Es uno de tus fans, pero me pide guardar el secreto. Morirá cuando se entere de que tú lo compraste — lo pone a un lado y saca un pequeño regalo—. Yo también había traído algo para ti, pero ahora no sé si es buena idea dártelo. —¿Qué es?—me emociono igual que él. —No, no te lo daré. Prometo comprarte algo que te guste mañana— lo esconde detrás de su espalda e intento quitárselo. —No. Me lo darás ahora. Tú has comprado algo para mí y eso es más que suficiente— lo rodeo con mis brazos intentando en vano quitárselo, pero me es imposible. Lo aleja de él y la tensión de siempre aparece, me alejo y finalmente él me entrega el regalo. —No quise venir con las manos vacías y me las ofrecieron a un buen precio en el camino, aparte que ahí mismo lo envolvían—, explica—. Lo siento, no sabía que no celebraba Nochebuena. —¡Calcetines!—, alzo el par en el aire y luego me las coloco. Son de rayas blancas y rojas y tienen un reno pintado. En la parte de la nariz sobresale una mota roja que hace de la nariz de Rodolfo—. Me encantan, gracias—. Muevo mis pies como una niña pequeña y él sonríe. Luego su semblante cambia y me queda mirando sin expresiones. He notado que cuando su rostro no refleja nada, en realidad busca esconder sus emociones. Me mira, sin apartar los ojos de mí, pasa de mis pedos a mi boca y empiezo a sentirme incómoda.—¿Puedo preguntarte algo? —Puedes. —¿Por qué me besaste en el centro comercial? No me pregunta sobre el golpe, sino por el beso y no sé si es que mi imaginación va más a ella, pero estas son las cosas que me motivan a creer que Ryan O’Brien está interesado en mí. Lo sé, es algo absurdo, y por lo mismo no me quiero hacer ilusión, no creo soportar otra Navidad con mi corazón roto. Así que rápidamente deshecho la idea de algo pasando entre los dos. —Porque soy una loca impulsiva, ya eso lo sabes. —De eso no tengo duda, Anne, pero me gustaría saber qué te llevó a esa impulsividad. Lo del golpe lo logro entender, aunque me pareció extremo—, hace una mueca, exagerada como si todavía le doliera la mejilla y le toco esa parte en una delicada caricia—, pero lo del beso, eso hasta la fecha no me ha dejado dormir—, pronuncia y termino mi contacto con él. Por favor, Ryan, no lo hagas. No me confundas.—Eso también fue impulsividad. Mejor conocido como ataque de celos—, confieso. —Entiendo. No te quito más tiempo—, se levanta del mueble de un solo impulso, tan repentino como aquel beso que nos dimos y me quedo confundida. ¿Qué le molestó? Coge el videojuego y lo mueve en el aire—. Fecko simplemente lo amará, gracias nuevamente. —A ti. Por todo—, le ofrezco una sonrisa, aunque por dentro soy toda confusión. Algo en mí se revuelve queriendo decirle que no se vaya, que me gusta su compañía, pero me lo guardo. Ryan se va y me quedo mirando las luces de la planta. Vuelvo a compararme con ella, así como las luces obligan a que tenga luz, también me estoy obligando a brillar en la oscuridad. Me siento viva, diferente, he cambiado mi mentalidad; sin embargo, encuentro necesario empezar de cero y dejar todo atrás. “La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con eso que te pasa”. Y a partir de ahora, lo que haré con lo que me pasó, será florecer. Por eso, entro a mi correo y le doy “aceptar” a la propuesta que ha estado rodando en mi cabeza.RyanTermino, por fin, los últimos detalles del proyecto de este año. Sin embargo, el sin sabor en mi boca no desaparece. Y no es porque ya haya pasado un año del lanzamiento del labial “rojo navidad”, tampoco porque este llamado “Girl Grinch” me recuerde a ella, en lo absoluto. Lo que me tiene así es no saber nada de Anne desde hace un año. Miro su foto en mi estudio que reposa en la pared al lado de las anteriores campañas, sin embargo, esta definitivamente se roba todas las miradas. Sus labios en forma de corazón son los protagonistas. Paso los dedos por mi boca recordando el beso que nos dimos en el estudio y compruebo que aun mis labios recuerdan los suyos. ¿Anne Girlmeth donde estás? Voy al estudio y veo a Dante trabajando en el comercial de este año. Esta vez se trata de una paleta de sombra para ojos en tonos verdes, mates y brillantes. La protagonista está vestida algo parecido a un grinch y camina de puntitas robando regalos dentro de las casas ambientadas como villa qui
Lo acepto, prácticamente me he convertido en el Grinch. Odio la navidad. No la odio porque sí, no soy del tipo de personas que crean odio infundado, juro que tengo mis motivos y todo tiene una explicación: Siempre pierdo lo que más quiero en navidad. En este caso, y el más reciente motivo de que todos los recuerdos felices que tenía de esta época se hayan convertido en amargo, es mi ex. Sí, ya sé, los ex siempre arruinando todo, y el mío no fue la excepción a esa regla, pero no hablemos de mi ex, ni de los ex en general, es más, al diablo todos los ex del mundo. Ahora, mi punto es demostrar que aunque odio la navidad, y durante el mes de diciembre no salgo de mi casa por temor a que algo desastroso ocurra en mi vida, estoy aquí. Me encuentro en el centro comercial con el mejor ánimo del mundo, despejando cualquier escenario macabro de mi mente, esperando pacientemente que Amazing Toy Shop abra sus puertas al público. No tengo hijos, tampoco hermanos pequeños, ni siquiera un primo
Miro alrededor y nuevamente se ha aglomerado una cantidad de personas, esta vez más que antes. Todos apuntan con sus teléfonos y gritan al tiempo que se acercan al hombre que tengo al frente. Busco con la mirada a Fran y su perfecta familia, pero no los veo por ningún lado. Las personas empiezan a sofocarnos acercándose más a mí o al desconocido que me mira con el ceño fruncido sin soltarme. Me siento asfixiada entre gritos y empujones y no puedo respirar. Una estampida de personas se acercan a nosotros y no entiendo nada. Siento que jalan de mí y sin darme cuenta estoy siendo arrastrada. Varios hombres con esmoquin nos rodean para sacarnos por la parte de atrás del centro comercial subiendo a un carro blindado. No comprendo que pasó allá afuera en solo un segundo. Miro al hombre y ya sentados en la parte trasera del carro en marcha me percato que aun sigue agarrando mi muñeca. –Estás loca —dice molesto —. Estás completamente loca. —Si no hubieras robado mi puesto no me hubiera com
Cuando se es niño, el mes de diciembre, aparte del de tu cumpleaños, es lo único que deseas que llegue. Todos en nuestra infancia anhelamos ese regalo que le pedimos a Santa por medio de una cartica porque nos hemos portado bien durante todo el año. Recuerdo haberme portado mal la mayoría del tiempo, mamá siempre me amenazaba con que Santa me traería carbón por mi desobediencia, sin embargo, siempre encontraba debajo del árbol el regalo que quería. Eran días felices, una época de amor y felicidad, ¿Entonces, eso cuando cambió? ¿Desde cuándo mis navidades son tristes y desastrosas? ¿Desde cuándo mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos? Sí, desde el día que mamá murió. Me seco las lágrimas que no sabía que estaba derramando y miro el teléfono que suena al lado de mi cama donde me encuentro enrollada con una enorme manta y de donde no he querido salir desde hace cinco días. Casi una semana ha pasado desde el día del escándalo con Ryan O’Brien, cinco días y aún se sigue especulando
No. El mensaje que me llega no es del mismo O’Brien, sin embargo, sí tiene que ver con él y nuestro supuesto noviazgo. El destinatario es un periodista de una de las cadenas de televisión más reconocidas en el país. Me ofrece una gran cantidad de dinero por hablar de mi relación con Ryan y es explícito al nombrar lo que quiere que sea mencione en dicha entrevista, entre esas que muestre fotografías juntos. ¿Tanto cuesta una foto de este señor?Ya en casa releo el correo debatiéndome en si aceptar o no. Está claro que todo ha sido sacado de contexto y absolutamente todo lo que se ha dicho en las redes es falso, no obstante, podría fingir, es decir, solo tengo que decir sí y afirmar las cosas que ellos han inventado. Técnicamente, no estaría mintiendo, solo afirmando esas mentiras ¿No?, a ver, la idea es descabellada, lo sé, pero, no encuentro otra salida, además, él mismo me ha orillado a esto. La suma es tentadora y sería la solución a mi miserable vida; pagaría el arriendo y hast
Debí saberlo desde el principio. No todo podía ser color de rosa, todo no podía salirme a la perfección, se me había olvidado que Anne Girlmeth y una perfecta navidad no van en una frase juntas. La chica que es toda una profesional termina rápido conmigo y en un abrir y cerrar de ojos tengo puesto un horrible suéter de navidad que alguien de vestuario me ha dado y estoy frente a las cámaras. Hay un fotógrafo dándome indicaciones y yo no hago más que asentir captando la información para no equivocarme. Primero debo actuar al frente del vidrio de una tienda del centro comercial como si estuviera triste y a mi vida le faltara algo, cosa que no será difícil porque no está alejado de mi realidad. Consiste en mirar con anhelo el lipstick que ofrece la tienda, me explica que esta toma se verá a blanco y negro para luego cuando ya esté usando el labial todo se llene de color. Hago lo que me pide y me dice que quedó perfecto con solo dos intentos, luego tengo que hacer como si le pidiera a S
Después de cortar con la extraña tensión que había quedado en el estudio, me quité el espantoso suéter que empezaba a sofocarme y me despojé de todas las cosas de utilería, aún estaba nerviosa, no sabía cómo se iba a comportar Ryan después de todo este espectáculo montado, sin embargo, me esperó hasta traerme a su oficina. Así que aquí estoy, sentada en la silla del visitante, mirando a mi alrededor los cuadros que tienen las paredes, todos sobre campañas de su empresa que tuvieron mucho éxito.Lo miro a él y no se ve molesto, del hombre imbécil que fue conmigo la última vez que nos vimos no queda nada. Me estudia igual que yo lo hago con él, queremos decir algo, no obstante, ninguno de los dos dice nada. —Eh… —Balbuceamos al tiempo, pero no logramos conectar una sola palabra, es como si después del beso que acabamos de darnos algo hubiese cambiado entre nosotros, sucede algo diferente y no sé cómo explicarlo. Me deshago de cualquier pensamiento que me lleve al beso y me concentró en
Los días pasan y con ellos el frío se intensifica más, las calles son intransitables debido a la nieve y a los transeúntes que corren de un lado a otro terminando de comprar lo necesario para las festividades, no obstante, el pesimismo y mi mentalidad acerca de las navidades han cambiado un poco. La vida me ha empezado a sonreír y con ella esta navidad. Voy hacia la estación del metro para dirigirme a O’Brien Beauty y paso por el centro comercial donde en medio de mi locura besé a Ryan por primera vez. No sé qué me pasa, pero últimamente me he sentido rara estando alrededor de él, he tenido pensamientos extraños e imaginándome cosas que sé que en mi mundo jamás podrán suceder. He llegado a confundir los mensajes de texto que me envía de trabajo por algo más y eso no está bien. Paso por el lado de un coro de niños que cantan villancicos y por primera vez, después de dos desastrosas navidades, puedo escuchar su melodía de una manera diferente. Ya no son tristes ni melancólicos, ahora