Después de cortar con la extraña tensión que había quedado en el estudio, me quité el espantoso suéter que empezaba a sofocarme y me despojé de todas las cosas de utilería, aún estaba nerviosa, no sabía cómo se iba a comportar Ryan después de todo este espectáculo montado, sin embargo, me esperó hasta traerme a su oficina. Así que aquí estoy, sentada en la silla del visitante, mirando a mi alrededor los cuadros que tienen las paredes, todos sobre campañas de su empresa que tuvieron mucho éxito.
Lo miro a él y no se ve molesto, del hombre imbécil que fue conmigo la última vez que nos vimos no queda nada. Me estudia igual que yo lo hago con él, queremos decir algo, no obstante, ninguno de los dos dice nada. —Eh… —Balbuceamos al tiempo, pero no logramos conectar una sola palabra, es como si después del beso que acabamos de darnos algo hubiese cambiado entre nosotros, sucede algo diferente y no sé cómo explicarlo. Me deshago de cualquier pensamiento que me lleve al beso y me concentró en el por qué estoy aquí y a lo que vine. —Vine a proponerte algo—, estudio su cara, pero no hay emociones en ella. Ryan es un hombre inexpresivo, difícilmente sé en lo que podría estar pensando. Sin embargo, su mirada penetrante sobre mí no desaparece. Espera que continúe hablando, pero no lo pide, solo calla esperando que lo haga—. Ese algo nos beneficiará a los dos—, acerca su cuerpo al escritorio y apoya los brazos sobre él, se ve interesado en lo que le voy a decir, pero su reacción me pone nerviosa y dudo. Me levanto de la silla para evitar su mirada y así enfocarme en mi discurso. —Seré breve y te diré lo que quiero; retiras la demanda o saldré a hablar sobre nosotros con el primer periodista que me lo sugiera. Diré que somos novios, estamos comprometidos y nos vamos a casar, que nos amamos y muchas cosas más, ¿Sabes lo fácil que es tomar una foto tuya del Internet y editarla que pareciera que estamos juntos? Porque sí, he pensado en hacerlo. He tenido muchas propuestas, oh sí, y ni te imaginas la cantidad en estos últimos días, son cifras exorbitantes que ni te alcanzas a imaginar—. Hago aspavientos con mis manos mientras hablo rápido y camino de un lado a otro, suelo hacerlo cuando estoy nerviosa—. Bueno, supongo que si te lo imaginas, el caso es que tú me has orillado a esto, ¡me demandaste y…! —recuerdo algo y me acerco al escritorio tomando la misma posición de él. Me apoyo sobre los brazos quedando cara a cara—, tus abogados dijeron que me demandabas porque debido a los videos la imagen de la empresa se ha visto perjudicada y Dante hoy me ha dicho todo lo contrario. Como decía, él no es un hombre que refleje sus pensamientos, así que con el mismo rostro de póker no corta el contacto visual, espera que siga hablando y yo espero una respuesta de él. —Hazlo. —En eso estaba pensando…¿Hazlo? —Habla con todos los medios sobre nosotros—, aclara al ver mi cara de confusión—. Dile todo lo que quieras, es más, ahora que salgas podrías empezar, ellos te esperan—, se acerca y muestra la pantalla de su teléfono como lo hizo en su auto el día del video. Hay varias fotos mías entrando al edificio en diferentes ángulos, en la noticia se puede leer: “Enamoradísimos, así vimos a Ryan O’Brien junto a su hermosa novia entrando a O’Brien Beauty”—. A mí me encantaría que lo hicieras y tú necesitas el dinero. Así que hazlo—, concluye. —¿No me crees capaz de hacerlo? —me cruzo de brazos, molesta, porque lo estoy y ni siquiera sé por qué. —Todo lo contrario señorita Anne, hoy me ha demostrado que usted es capaz de muchas cosas. Por eso te propongo algo mejor—; se pone el dedo sobre sus labios, así como hizo mientras retaba a Dante y lo piensa por un momento para luego decir—: trabaja para mí, retiro la demanda y dejamos que los medios sigan especulando cosas. ¿Trabajar para él? ¿Y tras de eso retirará la demanda? No puedo creer recibir dos buenas noticias, una tras de otras, no en esta época del año. Como mi madre solía decir; de eso tan bueno no dan tanto. —¿Trabajaría para ti? ¿A cambio de qué? —Dinero—, se encoge de hombros recalcando lo obvio. —Trabajaré aquí para ti y me pagarás a cambio, sin pedirme más nada y además de eso retirarás la demanda. ¿Por qué? —Te lo mencioné antes, en ti veo determinación. ¿Por qué te cuesta tanto creer que no hay nada detrás de mi propuesta? Pensé que estarías agradecida, digo, abofetear a alguien por un videojuego que tu futuro jefe exigía para entrar a la empresa y luego hacerte pasar por modelo de la misma. Creo que son medidas extremas para alguien que ahora no quiere aceptar por lo que tanto ha luchado. —Sí, solo que… —Tomo asiento procesando todo—, me cuesta pensar que sea cierto. Cuando tuve la determinación de venir hasta acá y encarar a Ryan exigiéndole que retirara la demanda o hablaría sobre nosotros cualquier cantidad de mentiras, por mi mente pasaron todos los escenarios posibles de su reacción, menos este. Siempre había querido pertenecer a O’Brien Beauty, es decir, quién no. Es el sueño de toda maquilladora profesional, y que me esté pasando ahora es de no creer. —¿Entonces, señorita Anne Girlmeth, acepta o no?—. Extiende su mano al aire esperando que yo la tome. —¿Cuál sería mi cargo? —Trabajarás en O’Brien Beauty, ¿el cargo es relevante? —Sí. —Me gustó lo que vi en el estudio, podríamos empezar por ahí. —Acepto—, sostengo su mano en un apretón, finalmente, sellando nuestro acuerdo. Aunque me gustaría trabajar en lo que me apasiona estoy en un punto de mi vida donde no puedo exigir nada, que tenga un nuevo empleo ya es mucho y que este sea en una de las mejores empresas del país lo es aún más. —¿A qué te dedicas?Su interés en saber sobre mi profesión lo veo genuino, así que empiezo a contarle sobre ella y los estudios realizados. Hablamos de nuestros logros, los de él resultan siendo muchos y los míos unos cuantos que puedo contar con los dedos y aún sobrarían, pero, no me siento inferior por eso, ni él tampoco en ningún momento me hace sentir mal. Comprendo que es un hombre que ha trabajado desde joven para lograr lo que ahora tiene y yo, por el contrario, he malgastado mi vida lamentándome por estar viva. Solo pasaron dos horas para descubrir que Ryan O’Brien es un hombre interesante. Puedes hablar de cualquier tema con él y aun así no aburrirte nunca, también que esa imagen de imbécil qué tenía de él la he cambiado ahora por el de un caballero andante, y lo compruebo cuando se baja del auto, me abre la puerta y me extiende la mano para salir de él. Frunce el ceño al ver el contraste de mi casa con la de mi vecina, a la de ella no le cabe una luz más de navidad y la mía parece la de los locos Adams de lo oscura y apagada que se ve, pero no hace ningún comentario al respecto. También noté que aunque todo el tiempo está analizando todo a su alrededor, no hace comentarios sobre lo que observa. Finalmente, se despide con un apretón de mano, pero se tarda un poco en soltarme, yo, mientras tanto, me debato si hacerlo con un beso en la mejilla, pero, concluyo que aunque hablamos cosas, el uno del otro, apenas nos estamos conociendo y no hay la confianza para hacerlo. Entro a la casa y esta sigue igual; oscura, solitaria y deprimente, no obstante, algo dentro de mí, hoy cambió.Los días pasan y con ellos el frío se intensifica más, las calles son intransitables debido a la nieve y a los transeúntes que corren de un lado a otro terminando de comprar lo necesario para las festividades, no obstante, el pesimismo y mi mentalidad acerca de las navidades han cambiado un poco. La vida me ha empezado a sonreír y con ella esta navidad. Voy hacia la estación del metro para dirigirme a O’Brien Beauty y paso por el centro comercial donde en medio de mi locura besé a Ryan por primera vez. No sé qué me pasa, pero últimamente me he sentido rara estando alrededor de él, he tenido pensamientos extraños e imaginándome cosas que sé que en mi mundo jamás podrán suceder. He llegado a confundir los mensajes de texto que me envía de trabajo por algo más y eso no está bien. Paso por el lado de un coro de niños que cantan villancicos y por primera vez, después de dos desastrosas navidades, puedo escuchar su melodía de una manera diferente. Ya no son tristes ni melancólicos, ahora
Me miro al espejo y me lavo la cara quitando los rastros de sueño que quedan. Abro la puerta y hace el amague de abrazarme, pero al final no lo hace, solo me da un beso en la mejilla y me felicita. —La campaña ha sido un éxito. El video y las fotos están por todos lados—. Baja la mirada a mi pijama y se percata que había estado durmiendo. —¿Te he despertado? Lo siento, no sabía que estabas dormida, creí que estarías celebrando Nochebuena, por eso estuve esperando afuera. Me daba pena tocar, pero la emoción de la buena noticia no me permitió esperar más. Vi que tenías las luces encendidas y supe que estarías en casa. Pero ya me voy, no quiero ser imprudente y… —No me has despertado—, lo tranquilizo—, está bien que te quedes, y no, no celebro Nochebuena. Ahora que se me ha quitado el sueño por completo, termina de pasar y cuéntame todo sobre el comercial. Entra y toma asiento en el mueble mientras enciendo la estufa y hago chocolate caliente. —Linda pijama—, intenta bromear. —Fue
RyanTermino, por fin, los últimos detalles del proyecto de este año. Sin embargo, el sin sabor en mi boca no desaparece. Y no es porque ya haya pasado un año del lanzamiento del labial “rojo navidad”, tampoco porque este llamado “Girl Grinch” me recuerde a ella, en lo absoluto. Lo que me tiene así es no saber nada de Anne desde hace un año. Miro su foto en mi estudio que reposa en la pared al lado de las anteriores campañas, sin embargo, esta definitivamente se roba todas las miradas. Sus labios en forma de corazón son los protagonistas. Paso los dedos por mi boca recordando el beso que nos dimos en el estudio y compruebo que aun mis labios recuerdan los suyos. ¿Anne Girlmeth donde estás? Voy al estudio y veo a Dante trabajando en el comercial de este año. Esta vez se trata de una paleta de sombra para ojos en tonos verdes, mates y brillantes. La protagonista está vestida algo parecido a un grinch y camina de puntitas robando regalos dentro de las casas ambientadas como villa qui
Lo acepto, prácticamente me he convertido en el Grinch. Odio la navidad. No la odio porque sí, no soy del tipo de personas que crean odio infundado, juro que tengo mis motivos y todo tiene una explicación: Siempre pierdo lo que más quiero en navidad. En este caso, y el más reciente motivo de que todos los recuerdos felices que tenía de esta época se hayan convertido en amargo, es mi ex. Sí, ya sé, los ex siempre arruinando todo, y el mío no fue la excepción a esa regla, pero no hablemos de mi ex, ni de los ex en general, es más, al diablo todos los ex del mundo. Ahora, mi punto es demostrar que aunque odio la navidad, y durante el mes de diciembre no salgo de mi casa por temor a que algo desastroso ocurra en mi vida, estoy aquí. Me encuentro en el centro comercial con el mejor ánimo del mundo, despejando cualquier escenario macabro de mi mente, esperando pacientemente que Amazing Toy Shop abra sus puertas al público. No tengo hijos, tampoco hermanos pequeños, ni siquiera un primo
Miro alrededor y nuevamente se ha aglomerado una cantidad de personas, esta vez más que antes. Todos apuntan con sus teléfonos y gritan al tiempo que se acercan al hombre que tengo al frente. Busco con la mirada a Fran y su perfecta familia, pero no los veo por ningún lado. Las personas empiezan a sofocarnos acercándose más a mí o al desconocido que me mira con el ceño fruncido sin soltarme. Me siento asfixiada entre gritos y empujones y no puedo respirar. Una estampida de personas se acercan a nosotros y no entiendo nada. Siento que jalan de mí y sin darme cuenta estoy siendo arrastrada. Varios hombres con esmoquin nos rodean para sacarnos por la parte de atrás del centro comercial subiendo a un carro blindado. No comprendo que pasó allá afuera en solo un segundo. Miro al hombre y ya sentados en la parte trasera del carro en marcha me percato que aun sigue agarrando mi muñeca. –Estás loca —dice molesto —. Estás completamente loca. —Si no hubieras robado mi puesto no me hubiera com
Cuando se es niño, el mes de diciembre, aparte del de tu cumpleaños, es lo único que deseas que llegue. Todos en nuestra infancia anhelamos ese regalo que le pedimos a Santa por medio de una cartica porque nos hemos portado bien durante todo el año. Recuerdo haberme portado mal la mayoría del tiempo, mamá siempre me amenazaba con que Santa me traería carbón por mi desobediencia, sin embargo, siempre encontraba debajo del árbol el regalo que quería. Eran días felices, una época de amor y felicidad, ¿Entonces, eso cuando cambió? ¿Desde cuándo mis navidades son tristes y desastrosas? ¿Desde cuándo mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos? Sí, desde el día que mamá murió. Me seco las lágrimas que no sabía que estaba derramando y miro el teléfono que suena al lado de mi cama donde me encuentro enrollada con una enorme manta y de donde no he querido salir desde hace cinco días. Casi una semana ha pasado desde el día del escándalo con Ryan O’Brien, cinco días y aún se sigue especulando
No. El mensaje que me llega no es del mismo O’Brien, sin embargo, sí tiene que ver con él y nuestro supuesto noviazgo. El destinatario es un periodista de una de las cadenas de televisión más reconocidas en el país. Me ofrece una gran cantidad de dinero por hablar de mi relación con Ryan y es explícito al nombrar lo que quiere que sea mencione en dicha entrevista, entre esas que muestre fotografías juntos. ¿Tanto cuesta una foto de este señor?Ya en casa releo el correo debatiéndome en si aceptar o no. Está claro que todo ha sido sacado de contexto y absolutamente todo lo que se ha dicho en las redes es falso, no obstante, podría fingir, es decir, solo tengo que decir sí y afirmar las cosas que ellos han inventado. Técnicamente, no estaría mintiendo, solo afirmando esas mentiras ¿No?, a ver, la idea es descabellada, lo sé, pero, no encuentro otra salida, además, él mismo me ha orillado a esto. La suma es tentadora y sería la solución a mi miserable vida; pagaría el arriendo y hast
Debí saberlo desde el principio. No todo podía ser color de rosa, todo no podía salirme a la perfección, se me había olvidado que Anne Girlmeth y una perfecta navidad no van en una frase juntas. La chica que es toda una profesional termina rápido conmigo y en un abrir y cerrar de ojos tengo puesto un horrible suéter de navidad que alguien de vestuario me ha dado y estoy frente a las cámaras. Hay un fotógrafo dándome indicaciones y yo no hago más que asentir captando la información para no equivocarme. Primero debo actuar al frente del vidrio de una tienda del centro comercial como si estuviera triste y a mi vida le faltara algo, cosa que no será difícil porque no está alejado de mi realidad. Consiste en mirar con anhelo el lipstick que ofrece la tienda, me explica que esta toma se verá a blanco y negro para luego cuando ya esté usando el labial todo se llene de color. Hago lo que me pide y me dice que quedó perfecto con solo dos intentos, luego tengo que hacer como si le pidiera a S