—Señor Blackthorne, cálmese, por favor —el médico estaba nervioso por la actitud del hombre—. Debe pensar en su hijo, eso es lo único importante ahora; —trató de apelar a su lado racional. Pero Blackthorne seguía enfurecido y nada parecía hacerlo cambiar de actitud.
—Aquí está su bebé—dijo nuevamente la enfermera tratando de calmarlo.
—¡Lo único que quiero es a mi esposa!—vocifero Blackthorne a viva voz.
El hecho de no saber de Emma lo estaba descontrolando; necesitaba verla asegurarse de que estaba bien, ella era la razón de su vida lo más importante en su vida; si por su orgullo de mantener el embarazo la había dañado, nunca podría perdonárselo. Su esposa tenía que estar a salvo.
—Su esposa y su hijo están a salvo—dijo la enfermera; —no ha habido ningún percance—aseguró ella con vehemencia. Blackthorne soltó al médico y se giró para ver a la enfermera—. La situación ha sido una obra de teatro—continuoo diciendo—la señora Emma le rogó al personal médico para que la hicieran con ella.