Ese es el hombre misterioso

Lo que pasa con nosotros los románticos desesperanzados, es que no hace falta mucho para que suenen nuestras campanas de alarma y nuestras banderas rojas ondeen alrededor de una pareja potencial. Olemos el romance de la forma en que un tiburón huele la sangre en el océano, no necesitamos mucho para captarlo, todo lo que necesitamos es una pista.

Gabriela está sentada en una silla encima de uno de los reales caballos blancos. Después de horas de estar confinada dentro del carruaje real, ella decidió montar a caballo para variar. Es arriesgado porque la deja a la intemperie, lo que dificulta que todos la protejan, pero es una chica obstinada. A pesar de que todos trataron de razonar con ella casi hizo que todos se quedaran atrás e hicieron lo que ella quería de todos modos. Pero observándola ahora, sentada confiada y orgullosa sobre su caballo, lo veo: un suave roce de la mano cuando el chico del establo le entrega

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