Jessica se quedó en silencio, como si estuviese sorprendida y horrorizada a la vez de que había sido yo quien respondió.
—Yo-yo—musitó, y de pronto se oyeron sus sollozos. La llamada se cortó, dejándome inmediatamente en un estado de preocupación absoluta.
—¿Jess? ¡¿Jessica?!
Había entrado en pánico con su voz, su desesperación y el miedo que se oía a través de la línea.
—¿Qué…
—¿Qué pasa, Alex?
—Yo- yo debo llamar a Noah, debemos hacer algo—musité, mientras daba vueltas por el lugar, con mis manos temblorosas.
—Alex—se acercó a mí y tomó mis mejillas entre sus manos, intentando tranquilizarme—¿Qu&eacu