25 Nada cambio.
Chloe daba vueltas en su cama, era cómoda, grande y de sabanas suabes, entonces ¿Por qué no podía dormir? Sabia la respuesta a eso, y le daba una enorme vergüenza así sea pensarlo, pero no podía evitarlo. Estaba a punto de llorar, cuando unos golpes en la puerta la hicieron girar una vez más en la gran cama.
— Chloe, ¿puedo pasar? — la voz de Dante la hizo vibrar y tenía ganas de gritar por ello.
— Si. — susurro y luego se aclaró la garganta. — Sí, puedes pasar.
— ¿Necesitas algo? — la pregunta que lanzo el peliblanco apenas ingreso en el cuarto la hizo sonreír, te necesito a ti, quería decirle, pero no podía porque… ¿Por qué no podía decirlo? A si, pudor, vergüenza y prejuicios que solo estaban en su cabeza.
— ¿Chloe? — cada paso que Dante daba hacia ella su corazón palpitaba con mayor fuerza, y la humedad crecía de manera desmedida entre sus piernas.
— Maldición. — dijo con frustración al tiempo que se sentaba en la cama, una que era demasiado grande para ella sola.
— ¿Que te sucede