Cuando César, mi hermano mayor, cayó en cuenta de la situación, su rostro originalmente resuelto, ya estaba cubierto de lágrimas.
¿Cómo lo podía haber olvidado?
Mi dinero ya había sido invertido en la empresa cuando estuvo en mayor peligro y lo ayudó a superar la etapa más crítica.
En ese momento, estaba tan enfadado que, de manera instintiva, supuso que yo había huido con el dinero.
Cuando pensó en esto, César de repente sintió una sensación desgarradora.
El dolor repentino en su pecho intensificó su inquietud.
Leticia, por su parte, fingiendo ser una víctima, recogió el celular que había caído al suelo y se lo devolvió.
César, con los dedos temblorosos, sostuvo el celular con cuidado.
Revisó los chats conmigo en su celular, donde la última conversación que tuvo conmigo fue de hace casi tres días, lo que le puso nervioso, y comenzó a golpear la carcasa del celular.
—César, no te preocupes... —dijo Leticia, intentando seguir actuando como si fuera débil, pero mi hermano mayor, César