Le doy un fuerte abrazo y beso repetidas veces su cabeza, haciendo que suelte fuertes carcajadas.
—Entiendo cielo, pero tú tienes un deber y lo debes cumplir, imagínate que Helios decidiera no salir nunca más o que tu abuela no quiera darle más sueño a todo ser vivo— Me estremezco al pensar en eso haciendo que Calix reaccione de la misma forma. — ¿Ahora lo entiendes? Además, no porque te vayas, significa que nos dejaremos de ver—
Me voltea a ver y me dedica una enorme sonrisa.
— ¿Lo prometes madre? —
—Lo prometo cielo, nada ni nadie nos va a separar— Suelto un ligero suspiro. —Ni siquiera tu padre podrá separarnos—
Como siempre, Ares llega y Calix lo recibe con mucho entusiasmo, ya que cuando él está en casa, lo lleva a cazar.
Caída la noche, miro por la ventana.
—Minte— Ares susurra a mi oído con suavidad. —Ya casi te tienes que ir—
Me giro a verlo y asiento levemente con la cabeza.
—Ares, no sabes lo feliz que me pone saber que cuento con tu apoyo y el de Apolo—
Tomo su rostro con