Cristofer permaneció sentado, observando a Estelle mientras ella se alejaba apresuradamente, perdido en sus pensamientos. Cuando ella regresó, había logrado calmarse, asegurándose de que su corazón no latiera demasiado rápido debido a un incidente tan insignificante. Sin embargo, sus ojos inquietos delataban sus verdaderos sentimientos.

"Ahem... Estelle."

"No digas nada", interrumpió Estelle ansiosamente.

"No, yo..."

"No quiero escuchar tu explicación".

"Lo has entendido todo mal. Yo solo..."

"¡Por amor de Dios! ¿No puedes quedarte quieto por un momento? ¿Por qué sigues inquieto cuando te estoy limpiando la cara? Y ni siquiera puedes quedarte en silencio en la cama".

Cristofer se quedó en silencio, con la mirada fija en sus mejillas sonrojadas, pensando: 'Solo tenía sed y quería tomar un sorbo de agua. Pero tu comportamiento coqueto es realmente cautivador.'

La alegre voz de la señora Moorsum interrumpió su momento, "Sr. Hans, Estelle, ¿podrían bajar, por favor? He preparado el desay