Incidente leve, Diego.
Capítulo XXV
Se le acerco el capataz que regresaba de verificar el grito y solo había sido un empujón entre obreros sin mayores inconvenientes, luego se le darían los respectivos regaños a los involucrados.
Indicándole que se quedara inmóvil tratando de no mover más su brazo, lo tenía sostenido con su otra mano, el señor Antonio no sabía si se lo veía, pero de su hombro sobresalía el hueso, cualquier persona que fuese muy sensible se hubiese desmayado, él tenía experiencia en riesgos y accidente, había dedicado toda su vida en el trabajo de construcción y pudo mantener la cordura.
Diego observaba que los obreros miraban horrorizados el hombro izquierdo del ingeniero.
Hicieron espacio para que el médico pudiese llegar hasta él, cuando pudo hacerlo se arrodillo, lo examino y le dijo que debía llevarle el hueso a su lugar nuevamente.
-No hay ninguna pastilla que pudiese darte para calmar el dolor que sentirás, debes soportarlo.
-Te dolerá, respira. Le indico el médico Cristóbal.
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