capitulo 5

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Las risas se oyen en todo el pasillo, mis cosas en el suelo, al igual que yo, mi mirada esta en el suelo, tengo miedo de mirar a mi alrededor, mirar la cara burlesca de todos aquí.

Lo que está sucediendo es que apenas entré, Susy se encargó de mí, al igual que sus "amigas". ¿Cómo nadie se da cuenta, ningún profesor...o el director? ¿es que acaso ella es la dueña de todo? pues al parecer si, ya que nadie es capas de ayudarme.

tengo entendido que los padres de Susy tienen tanto dinero que ella les pide y les pide para pagarle a todo aquel profesor y director para que no hagan nada en contra de ella o la castiguen, eso dicen muchos por los pasillos, y por esa razón esta donde esta, ya que ni para las porristas es buena.

Me paro con un leve dolor en mi cabeza, recojo mis cosas en completo silencio y me voy a mi casillero, mirando todo el tiempo el suelo.

Apenas lo abro tierra cae de el, todos ríen de nuevo, yo suspiro aguantando mis lágrimas, Sé bien quien lo ha hecho, si...mi hermano, el siempre suele hacerme estas cosas, una vez incluso ayudo a las chicas amigas de Susi a esconder mi ropa, tuve que quedarme en toalla toda la tarde, me toco abrir el casillero de otra chica y sacarle la ropa, claro que al otro día me disculpe con ella y le devolví su ropa limpia.

Saco toda la tierra y limpio mis cosas, el timbre sonó hace unos 8 minutos, y como se habrán dado cuenta no entre a clases, no me gusta perdérmelas, pero esta vez me sentía demasiado humillada como para entrar y verle la cara a todas las personas que estarían hay.

Iba a entrar al baño pero una chica me gritó en el pasillo, llamando mi atención.

—Hey tu...rata.—me giré a la chica, claro antes me limpie las lagrimas.

—¿sí?—susurré sin mirarla.

—El director te manda a llamar para que vayas a dejar a los nuevos a sus salones.— no le respondí nada, solo asentí  y me dirijo  hacia la oficina.

Di unos pequeños golpes y escuché un pase, cuando entro me encuentro con tres personas, una chica y dos chicos.

—Samanta, guiarás a los chicos a sus clases, sólo dos son del mismo salón que tú, el otro es un año mayor así que subirás con él al segundo piso.—es donde están los del último grado.—¿está bien?

—Sí director.—susurré.

—Bien chicos, pueden irse con la señorita.— los chicos asintieron y me siguieron fuera de la oficina.

—¿Quién es de último grado?—pregunté tímida.

—Yo —contestó la chica.

—¿esta bien si la vamos a dejar primero? — miré a los dos chicos y ellos asintieron.—Bueno, vamos.

Después de dejar a la chica, los guíe a mi salón. Toqué la puerta y la profesora me abrió y alzó una ceja.

—¿Éstas son horas de llegar, señorita?—miró detrás de mí.—Y no viene sola.

—Profesora, estaba con los nuevos y el director, fuimos a dejar a un alumno al segundo piso.—dije mirando el piso.

—Está bien. Entren y los nuevos se presentan.— dijo claro y fuerte.

Con la cabeza gacha me fui al único lugar solo que había. A un lado de la ventana al final del salón, Las mesas eran de dos y esa es donde me siento siempre yo... Y nadie más porque dicen que tiene virus o algo así por mí.

Estaba tan abstracta en mis pensamientos que no me di cuenta que todos me miraban, yo miré a todos y me puse roja ya que no sabía que estaba pasando, porque todos me miraban a mi, y a mi mente venia la imagen mía hace unos minutos atrás, tal vez como yo, todos pensaban que no entraría a clases.

—Señorita Samanta, su compañero le hizo una pregunta.—dijo la profesora mirando al chico que se encaminaba hacia mí.

—¿He?—fue lo único que de mi boca salió.

—Pregunté que si el puesto a tu lado está ocupado.—dijo con voz suave. Me quedé de piedra...

eso si es algo que jamas me esperaría.

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 Escritora: Natalia Manriquez. 

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