Mi esposo de reemplazo
Mi esposo de reemplazo
Por: J.D Anderson
Capítulo Uno: Boda de odio

Amy Lang estaba de pie en el altar, esperaba con ansiedad, tenía la mano sobre su corazón, esperaba que Kenneth Leeman, su futuro esposo, llegará a la iglesia y la desposara, pero, aunque quería fingir una tranquilidad, lo cierto es que en su mente había una angustia, un temor que la carcomía por dentro:

«¿Y si se arrepintió de casarse conmigo? ¿Y si solo me deja plantada, sin posibilidad de una explicación? ¿Qué haré con mi corazón roto?»

Los pensamientos eran crueles, eran verdugos que iban contra ella, pero tenían algo de lógica; Amy Lang no era el amor de la vida de Kenneth, él había amado con locura, y por varios años a Julia Lang, su hermanastra, pero esa mujer lo despreció para casarse con un heredero millonario, que recién había llegado a Edimburgo, dolido, Kenneth se entregó a la depresión, pero Amy que lo amaba desde niña, luchó por un lugar en su corazón, hasta que ella misma le propuso ser su esposa, jurando que lo enamoraría y lo haría feliz.

Kenneth, fuera por despecho o por esperanza, aceptó casarse, ahora ella estaba ahí, con los nervios a flor de piel.

—Si te ha dejado plantada, será algo horrible, bochornoso, ¡Serás el hazmerreír de la sociedad! ¡Juro que Kenneth Leeman se va a arrepentir! —sentenció Claudette, su madrastra, Amy Lang la miraba con algo de tristeza, a pesar de todo, Claudette no era la madrastra cruel y despiadada de los cuentos de hadas, siempre fue amable con ella, pero Amy sabía que su hija Julia, siempre sería la prioridad de esa mujer, y si tenía que elegir, Amy estaría en el último lugar.

Su padre se acercó y tomó su mano, su padre la amaba como si ella fuera su tesoro, sufría con ella, y contenía la rabia, pensando que, si Kenneth no llegaba, sería lo último que haría, pues no toleraría semejante humillación contra su única hija

—Debe haber un error, un retraso, Kenneth jamás haría eso, por favor, compréndanlo, él llegará, él es un hombre de palabra, un caballero al que eduqué con grandes valores —dijo Fedora, la madre adoptiva de Kenneth cuando vio el rostro furioso del señor Lang.

Luego, el señor Leeman, se acercó a Lang, ofreciendo de nuevo disculpas, ante la bochornosa situación, los Leeman y los Lang eran socios, mientras los Lang producían vino, los Leeman lo exportaban por el mundo, así que esa boda, era una bendición para todos, era unir en una sola y poderosa empresa las grandes fortunas que tenían.

De pronto, la marcha nupcial resonó ante sus oídos, fue una escena bizarra, cuando la marcha nupcial siempre sonaba ante el caminar de una novia, ahora anunció la llegada del futuro esposo.

Amy se giró a mirarlo, sí, era Kenneth Leeman, era su figura idéntica, y su elegancia presente; vestía su esmoquin oscuro, con su botonier en el pecho, y una pequeña rosa, su mirada era severa, tan azul como helada, sus cabellos oscuros, Kenneth era tan atractivo como un Dios griego, con ojos grandes, nariz larga y recta, labios gruesos, quijada cuadrada, con ese gesto tan varonil y dulce que Amy adoraba.

Ella sonrió, enderezó su postura, y lo esperó con paciencia. Todos tomaron su lugar, y el sacerdote se preparó para iniciar la ceremonia.

El hombre se colocó a la derecha de la novia, había una seriedad en la mirada de Kenneth, que hizo que Amy dudara de si era feliz, ella luchaba por encontrar su mirada, él parecía rehuirla, pero, por fin, sus miradas se cruzaron, encontrándose, ella sonrió con un gesto dulce, en cambio, Kenneth parecía serio, su mirada era oscura, por un segundo, Amy tuvo un pensamiento que pasó como un relámpago iluminando su alma:

«Parece como si no fuera Kenneth» luego, creyó que era algo absurdo y lo olvidó, porque le pareció ridículo, ese era Kenneth, su mismo rostro, su misma piel, la misma estampa.

El hombre volvió a mirarla, cuando ella no lo hacía, él pensó que era la mujer más hermosa que nunca vio, y dudó de si realmente esa era Amy Lang, la mujer cruel y despiadada que habían descrito en aquella carta.

—Amelie Lang, ¿Aceptas ser la esposa de Kenneth Leeman? —exclamó el sacerdote

El rostro de Amy se iluminó y sus ojos brillaron, respondió al instante

—Sí, acepto.

—Kenneth Leeman, ¿Aceptas ser el esposo de Amelie Lang?

El hombre sintió que las palabras retumbaban en sus oídos, provocando un terremoto en sus emociones, ¿Podría casarse con esa mujer?

«¿Quién es Kenneth Leeman? Él no está aquí ahora, Kenneth Leeman está muerto, murió hace tres días de dolor y tristeza, arrancando su vida con sus propias manos.

Kenneth Leeman no soy yo, él no existe más, fue asesinado por la mujer que está a mi lado, quien no dudó en conseguir su amor, a costa de su infelicidad.

Yo no soy Kenneth Leeman, pero, soy su reemplazo» pensó con rabia en su corazón.

Los invitados estaban boquiabiertos ante el silencio sepulcral del novio, todos contuvieron el aliento, esperando que hubiese un rechazo, un escándalo.

—Kenneth Leeman, ¿Aceptas ser el esposo de Amelie Lang? —repitió el sacerdote

El hombre alzó la vista al párroco, y luego miró a la mujer, esbozó una sonrisa amarga, que a ella le pareció dulce

—Sí, aceptó ser el esposo de esta mujer —sentenció

—Los declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe, puede el novio besar a la novia —dijo el sacerdote con una gran sonrisa.

Amy y ese hombre se miraron fijamente, él acunó su rostro, ella tenía los ojos llenos de amor, e ilusión, él fingía, y rozó sus labios en un cálido beso

«Aquí comienza mi venganza, querida Amy, aquí comenzarás a pagar el daño que le hiciste a mi querido hermano, piensas que soy Kenneth Leeman, pero, yo no soy él; solo soy tu esposo de reemplazo» pensó

Mientras que para Amy Lang era una boda por amor, para John Miller era solo una boda de odio.

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