119: Advertencia del cielo.
Después de que la sopa está lista en la casa de la manada de Golden Crescent, Esther le da una mirada a su amiga.
Es hora de irse. Tienen que hacerlo antes de que Alfa Alan se desocupe, de que Luna Atenea regrese del hospital. No pueden permitir que nadie del liderazgo las vea ir hacia allá.
¿La razón? Alan lo ordenó. Nadie puede salir del territorio al menos que esté autorizado.
Lavinia sabe que convencer a su padre de ir hacia Silver Lake será imposible, y quiere que el dolor de su amiga se apacigüe, así que la ayudará.
—Serás mi Beta —dice Lavinia a Saik, el cual asiente una vez, sintiendo que algo anda mal—. Eso significa que me debes mucha más lealtad a mí que a mi padre.
—¿Quieres salir del territorio? —deduce, al ver lo callada que está Esther y conocer bien lo que sucede.
Lavinia asiente, complacida con su deducción.
—Necesitamos llegar a Silver Lake, y regresar antes del anochecer.
Saik se rasca la nuca, su lobo le dice que es mala idea. Nada fuera de aquí es seguro gracias a