Nina
Con una última y profunda respiración, atravesé el portal con Edward. Por un momento fugaz, sentí que mi cuerpo no pesaba, casi como si ni siquiera existiera. No sabía dónde acababa mi carne y dónde empezaba el vacío que me rodeaba; me sentía todo y nada al mismo tiempo.
Luego, todo terminó en un instante.
Salimos al otro lado del portal y todo estaba en silencio. Miré a mi alrededor y sentí que me invadía una oleada de confusión; el bosque que me rodeaba era exactamente igual que antes, pero casi como una imagen reflejada. Lisa, Ronan y el decano se habían ido. Solo estábamos Edward y yo.
“Extraño, ¿verdad?”, preguntó Edward con una risita, rompiendo mi hilo de pensamiento y devolviéndome a esta nueva y extraña realidad. “Exactamente igual, pero completamente diferente a la vez. No te preocupes, ya te acostumbrarás”.
“Llévame adonde pensabas llevarme”, gruñí. Solté la mano de Edward y la cerré en un puño mientras miraba al frente con solemnidad. Si iba a morir hoy, querí