Nina
El sonido de los salvajes se escuchaba cada vez más cerca. Enzo me dio un último empujón para subir la escalera; no tuve elección. Subí el resto de la escalera y me arrastré hasta el suelo del bosque, sollozando mientras Enzo levantaba la mano y cerraba la escotilla tras de mí. Lo último que escuché al cerrarse la escotilla fue el sonido de los salvajes avanzando hacia Enzo y el gruñido grave y profundo que retumbó en su garganta mientras avanzaba.
Ese sonido fue sustituido inmediatamente por el de jadeos asustados, chillidos y pasos que corrían por el bosque.
Levanté la vista y vi que los alumnos se habían dispersado, porque estábamos rodeados.
Ronan y Lisa estaban delante de mí. A ambos lados, estaban flanqueados por sus secuaces en sus formas de lobo; el equipo de hockey de Ronan.
“Hola, Nina”, dijo Ronan con una sonrisa, acercándose a mí.
De repente, Tiffany saltó frente a mí, con los brazos extendidos. “Aléjate de ella”, gruñó de forma protectora.
Ronan se limit