[CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO]

Definitivamente estaba soñando, esto no estaba pasando. Él no acababa de soltar todo aquello. Pero cuando se acercó aún más a mí fundiendo sus labios con los míos, entonces confirmé que sí estaba hablando en serio, ¡realmente me quería! Lo acepté con ansias y no quería que parara, pero lo hizo y me quedé con las ganas.

—El batido. —dijo.

Se puso de pie y decidí seguirle. Tomó dos vasos y vertió en ellos el batido. Me ofreció uno de los vasos y mientras lo cogía me di cuenta de que estaba nerviosa, me estaba temblando la mano y cuando quise beberme el batido, se me derramó en el vestido.

—¡Maldición! —me quejé observando el vestido.

—Y aquí tenemos a la soñadora que conozco—se burló Nicolás.

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