XLV. ¡Casémonos ya, Sr. Wilde!
- ¿Y entonces el zopenco de Dylan no te llamó para insultarte a nombre de su amante?- me pregunta Carlos mientras está tomando un helado, con mucha tranquilidad, en una balsa en forma de cisne que flota pacíficamente, en nuestra piscina exterior.
- Bueno, yo lo tengo bloqueado, pero de seguro tampoco tendrá ganas de meterse conmigo después de que su bisabuelo se debió enojar muchísimo con él, por asociarse públicamente con Elena y después de que yo mencioné su romance secreto a mis espaldas- dije subiendo los hombros sin darle importancia a lo que pase con la vida de Dylan, eso no es problema mío, incluso el tema de la tonta venganza ya lo olvidé- la advertencia de Ethan en la fiesta seguro también surtió efecto, deberías haberle visto la cara de pánico que puso- agregué riendo burlona, mientras refrescaba mis pies en el agua fresca de la piscina y comía mi paleta sabor sandía.
- Y hablando del caballero andante- comenzó a decirme Sisi y ya por el tono sabía que buscaba chismes jugoso