Lisandro, en un arrebato de ira, pateó los papeles que estaban a su lado, casi golpeando a Isabella, quien, aterrada, se encogió en el suelo, temblando y pálida. Nunca antes había presenciado la furia de Lisandro, y aunque no estaba dirigida a ella, el miedo la invadía.
En esa situación, Isabella no