Mateo miró hacia adelante donde estaban Ximena y Lisandro. Ellos no hablaron durante todo el viaje, aún en medio de su tregua fría.
—¡Mamá!
Mateo llamó de repente. Ximena se sobresaltó, se giró rápidamente, con una sonrisa cálida en su rostro.
—Mateo, aquí está mamá.
—Yo también protegeré a mamá, —d