—No necesito tu compensación.
Ximena no esperaba que alguien tan arrogante como Lisandro pudiera ser comprensivo: —¡Yo se lo pagaré a mi hermano!
—Entonces quédatelo y úsalo tú —dijo Lisandro, tratando de darle la llave nuevamente, pero Ximena se la devolvió.
—No sé conducir y no tengo licencia.
Lisandro frunció el ceño y preguntó: —¿Todavía hay gente que no sabe conducir?
Ximena encogió los hombros: —¡No me gustan los coches! Además, mantener un coche, ponerle gasolina, es un gasto conside