—Tengo miedo Fénix, no quiero perderlo.
—No lo vas a perder, debes tener fe, por favor, no te derrumbes.
En ese momento llegaron Taddeo y Camillo, este último caminó hacia Alonzo y lo tomó del cuello.
—¡¿Qué carajos hiciste?! —le espetó sin contener la furia—. Te he dicho cientos de veces que los Fe