Por fin se cumple el mes de castigo y las ansias de tener mi auto no me faltan.
¡Mi auto!
−Hola papá, ¿puedo pasar? − Asomo mi cabeza por el filo de la puerta.
−Claro. – Pronuncia al verme.
Al entrar veo a un hombre alto y de traje azul hablando con mi padre. ¿Tal vez debía llegas más tarde?
−Es todo por hoy, gracias.
Aquel hombre se despide de mi padre y de mí. Ahora estamos los dos solos.
−Hola hija, ¿qué te trae por aquí? – Pregunta como no lo supiera.
– Pues.... hoy es el día en que le dirás a Tom, sobre las llaves de mi auto. – Lo digo rebosando de alegría.
−¿Ya es el día? – Revisa unos papeles –. Tu madre me comento lo que hiciste hace unos días. – Alza su mirada.
−Papá, te lo pued