Llegué a casa de mis padres, luego de haber salido con mi madre, pero ella decidió irse a casa de mi tío Matteo, mientras yo preferí venir a arreglarme para luego visitar a Camillo.
Cuando entré al salón, vi a Camillo inclinado, solo con una camiseta en su tórax, mis ojos solo se centraron en él y aunque me sentí emocionada, también me inundó una extraña sensación de temor.
Inmediatamente le pregunté —¡Camillo! ¿Qu&e