Mundo ficciónIniciar sesiónPapá asintió satisfecho al escucharme, como si hubiera ganado una discusión que solo él sabía que estábamos teniendo, y volvió a anotar algo en su libreta antes de cerrarla con cuidado.
—Sí, me gusta que tenga un tesoro —dije emocionada—. ¿Y la contraseña para abrirla? A ver, déjame pensar, papá. —¿Qué te parece tu fecha de cumpleaños? —preguntó divertido. —¡No, papá! ¡No tienes buena imaginación! —protesté de inmediato, creyéndome una genio en ese momento—. A ver… cogeremos el día que tú naciste, el cinco; luego el de mamá, diez. El mío, ocho. Sí, cinco, diez, ocho. Ayúdame, papá, ¿cuántos números se necesitan? Él se quedó en silencio por un instant






