81. LA VIDA DESPUÉS DEL DOLOR.
—Alice, baja la voz.
—¿Por qué? —ver sus ojos brillando era fascinante, parecían dos gemas preciosas y exóticas.
—Si mamá se da cuenta me voy a meter en problemas.
—No es verdad —ella continuó alzando la voz, apenas tenía 6 años, pero daba problemas—. Ella te ama y nunca te regaña.
—A ti también te ama.
—Pero no como te ama a ti.
—Deja de decir cosas absurdas.
—¿Qué es absurdas? —apreté su mejilla y dejé un beso allí.
—Absurdo es que va en contra de la lógica o de la razón.
—¿Cómo qué?
“Como esto que siento por ti”
Pero no podía decirle nada allí, no podía romper la inocencia de mi hermana y mucho menos la confianza que me tenía, pero también tenía claro que cada día junto a ella, cuidandola y protegiendola era una tortura para mi, que la superaba en varios años.
Con el pasar del tiempo, tuve que alejarme de ella, dejarla sola y a su suerte, mis impulsos me estaban ganando la batalla y ya no podía simplemente sentarme en la orilla de la piscina y verla dibujar la casa de sus sueños